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10:47 p.m. - 2007-01-02
El viaje comienza cuando uno vuelve
Porque es cuando uno le cuenta a los dem�s las cosas que vi�, que goz�, que llor�, que invirti�; los sitios, personas y atuendos nunca antes vistos; las canciones, actitudes y sue�os nunca antes o�dos. Entonces los dem�s atentos nos ayudar�n a entender los cabos sueltos, a iniciar el viaje, otra vez. Por eso prefiero el trabajo en equipo, las charlas largas y acaloradas, las rondas de chistes saca espantos, los a�os nuevos entre cerros y pimpollos. Mis acciones de a�o nuevo han sido hacer ejercicio (b�sicamente andar en bici, tener a mi hermana como instructora de algunas rutinas y un aparato que tengo en casa). Terminar de leer los libros que dej� incompletos en mis cinco a�os de carrera (son pocos) y leer algunas obras cl�sicas de la literatura universal que me hacen falta(son muchas). Mi recorrido va bien hasta hoy. Y tambi�n tengo o�dos y boca para interpretar viajes. S�lo necesitan un poco de az�car.
Y para tener en cuenta:
Conversar: una necesidad y un arte
-Seamos conscientes de que nuestra forma de ser y estar en el mundo, el tipo de convivencia que creamos a nuestro alrededor, es entera responsabilidad nuestra.
-Hablemos de nosotros y desde nosotros. Huyamos de los estereotipos y de las conversaciones exclusivamente banales (no seguir al pie de la letra).
-Gestionemos positivamente nuestras limitaciones y miedos. A casi todos nos gusta la gente natural y sincera. Aunque no sean perfectos ni admirables (ese "aunque" me suena elitista).
-Compartamos opiniones, sentimientos y emociones con quienes nos rodean. No seamos tan reservados, y hagamos saber a los dem�s lo que pensamos, necesitamos y queremos.
-Atendamos a nuestra respiraci�n, tono y modulaci�n de voz: nos informan de nuestras emociones y ayudan a que transmitamos bien el mensaje. Tengamos en cuenta tambi�n nuestro movimiento corporal y expresi�n facial.
-Miremos a la cara de la persona que tenemos enfrente, tanto cuando nos toca hablar como cuando escuchamos.
-Utilicemos la sonrisa como se�al de aceptaci�n y acercamiento, no como disimulo o para caer bien.
-Escuchemos de verdad. Hagamos sentir a la otra persona que es importante para nosotros. Quien sabe escuchar y se interesa por los sentimientos de sus interlocutores, es m�s querido por los dem�s. Y sus mensajes son escuchados con m�s atenci�n y cari�o.
-Aceptemos opiniones diferentes a las nuestras, aunque no las compartamos. Y reflexionemos sobre ellas (�s�lo reflexionemos?).
-Eliminemos los obst�culos que frenan la comunicaci�n: acusaciones, exigencias, juicios de valor, prejuicios, generalizaciones o estereotipos, negatividades y silencios tortuosos.
-Sepamos del espacio vital y de los l�mites que cada persona quiere mantener ante nosotros, para que no se sienta invadida en terreno que entiende exclusivo.
-Reivindiquemos la ternura y la afabilidad en la charla. El riesgo de resultar empalagosos no debe desanimarnos: pecamos, casi siempre, de lo contrario.
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