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10:29 a.m. - 2004-09-09 Puede gustarte mucha gente, hasta creer que de la mera atracci�n f�sica la vida est� resuelta. Ese primer sentimiendo de sentirte como Rodrigo de Triana, primer espa�ol en ver tierras caribe�as, nos puede inundar de ilustres espamos mel�dicos. Y si hay suerte podr�a ser mutuo. Pero nunca he escuchado de un Continente que descubra a una mujer o un hombre. Adem�s cuando existe vida en ese lugar, no es descubierto, sino conocido por primera vez por otra gente. Nosotros somos esa gente, que llega a lugares no v�rgenes, pero vistos por primer vez. Y llegamos con ideas locas en la cabeza, a veces tontas o poco probables. Pero la palabra ah� est�, para conocer y entender de qu� se trata esto. Para acercarnos. Podemos utilizar la imaginaci�n con todo su esplendor para transformar el lugar, darle nuevas resonancias, personales... Conocer a una persona es un asunto m�s real, que no sustenta su escencia en la primera vista o la atracci�n f�sica. La belleza me dir� poco si no intento ir m�s all� de ella. Desde lo intelectual hasta lo cotidiano, simple y llano. Toda una serie de experiencias que no terminan o se estancan en lo primero. La belleza de las cosas no es la misma a la belleza de las personas.Podemos construir personajes, im�genes pl�sticas, cosas. De esta manera ahorrar�amos muchos procesos, miradas atentas, hasta "tiempo muerto". Hasta aqu� voy bien, pero no s� como explicar lo dem�s. La ciudad. Los otros yoes. Los desvar�os. Compatibilidades cient�ficas de la gente que las emociones no pueden explicar, de acuerdo a investigaciones astrol�gicas y de laboratorio. Cosas.
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