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2:07 p.m. - 2003-10-05
1969, a�o cero
Naief Yehya

Desde hace varios a�os me dedico a reciclar computadoras. Compro m�quinas usadas, defectuosas, muestras y desechos a particulares, empresas e instituciones, y las vuelvo a vender. Tengo una clientela estable de t�cnicos, hackers y artistas que me compran m�quinas para utilizar las partes. Otras personas adquieren mis computadoras para usarlas como procesadores de palabras, para llevar la contabilidad de empresas peque�as o para juegos de video. Mi socio, Albano, y yo pasamos muchas horas revisando las m�quinas reci�n llegadas. Com�nmente encontramos en los discos duros estados financieros, tareas escolares, software para hacer cartas astrales o versiones prehist�ricas de space invaders. Cada m�quina tiene historia y habla de ella a trav�s de la configuraci�n, la disposici�n de los archivos, la forma en que ha sido aprovechada la memoria, la selecci�n del software y su estado f�sico. Mediante un simple procedimiento casi siempre podemos reconstruir memorias borradas, as� que frecuentemente damos con cosas interesantes como cartas amorosas, confesiones vergonzosas o teor�as enloquecidas. Pero nada de lo que hab�amos encontrado se comparaba con el documento "Hist.doc" que descubrimos en el disco duro de una vieja IBM.

Ninguna evoluci�n llega de forma realmente gradual. Siempre hay un punto en donde las condiciones dan un salto cualitativo y s�bitamente todo cambia. Ese punto o singularidad tuvo lugar cuando el ADN dio origen al primer atisbo de vida, cuando el primer ser acu�tico se aventur� a tierra firme, cuando la corteza cerebral le permiti� razonar a un primate y cuando la primera computadora comprendi� que su vida consist�a �nicamente en ejecutar una serie de comandos ordenados en un programa. Detr�s de la aparici�n espont�nea de orden a partir del caos, tanto en organismos unicelulares, colonias de insectos sociales, tornados o mareas, hay profundas similitudes matem�ticas...

Imprimimos las veintitantas p�ginas de aquel ensayo paranoico, lo le�mos y nos re�mos a carcajadas. No obstante, esa noche comenzaron mis pesadillas. A la ma�ana siguiente volv� a leer "Hist.doc". Esta vez no me re�. Le coment� a Albano que hab�a algo profundamente inquietante en el documento de la IBM. �l estuvo de acuerdo conmigo y me confes� que hab�a estado pensando mucho al respecto. As� que volvimos a revisar la IBM en donde lo encontramos. Ten�a un procesador 386 convencional, un disco relativamente peque�o y dos unidades de discos suaves. Quiz� lo m�s singular era que la computadora ten�a instalado un m�dem interno bastante r�pido, el cual val�a igual o m�s que la m�quina misma. El resto de los documentos y programas almacenados en la memoria no ten�an nada extraordinario. Est�bamos a punto de apagarla cuando Albano vio que hab�a un documento "Hist2.doc" que no hab�amos visto. Parec�a escrito por el mismo autor y ten�a la fecha de ese d�a.

Hab�a comprado esa IBM a un proveedor que peri�dicamente me tra�a equipo. Lo llam� sin tener muy claro qu� le dir�a. El tipo me escuch� con desconfianza. Me dijo que no aceptaba reclamaciones despu�s de tanto tiempo de haber hecho la transacci�n y en pocas palabras confes� que no revelaba el nombre de sus clientes o proveedores. Le expliqu� que no ten�a intenci�n de devolverle nada ni robarle a sus clientes.

�Tan s�lo quiero saber qui�n escribi� un documento que me parece muy interesante y est� en disco duro de esta IBM.

Asegur� que �l no ten�a nada que ver con el texto. De mala gana me dijo que ten�a que buscar en sus archivos y que no estaba seguro de haber guardado esa informaci�n.

�Normalmente no llevo un registro muy detallado de este tipo de operaciones.

�Yo le agradecer�a que buscara de todas formas.

Me tuvo un buen rato en la l�nea y despu�s, como era de esperar, me dijo que no hab�a nada.

Colgu� bastante frustrado. Volv� a leer el texto y confirm� mi impresi�n anterior: era realmente perturbador.

A finales del siglo XIX el t�rmino "computadora" se refer�a a una persona (generalmente mujer) que operaba una sumadora. Grandes equipos de computadoras humanas fueron organizados para llevar a cabo los c�lculos bal�sticos y otras complejas operaciones matem�ticas militares. El primer paso para sacar al hombre del ciclo del control de sus m�quinas lo llev� a cabo el ej�rcito, al sustituir estas huestes de computadoras humanas por otras electromec�nicas. Eventualmente, otros progresos fueron sac�ndolo del proceso de toma de decisiones.

El viernes de esa misma semana recib� una llamada de mi proveedor:

�Tuvo usted suerte. Por casualidad el due�o anterior de esa IBM me dej� su tarjeta. Es un vendedor de seguros y quiso aprovechar para clavarme una p�liza.

Me dio los tel�fonos de la casa y de la oficina del se�or Pavel Driwiecza. Sent� desconfianza, no me parec�a que este texto pudiera ser obra de un corredor de seguros. Pero luego pens� que era injusto y hasta vergonzoso prejuzgar al pobre se�or Driwiecza simplemente por su ocupaci�n. Lo llam� esa misma noche a su casa.

Me contest� una voz de mujer que de inmediato y sin preguntar qui�n llamaba puso a Pavel en el tel�fono. El hombre ten�a un leve acento y hablaba pausadamente. Le expliqu� c�mo hab�a conseguido su n�mero y le dije que ten�a su vieja IBM.

�Pero no pude evitar descubrir en el disco duro un archivo muy interesante que se llama "Hist.doc". �Es usted el autor?

Contest� que no ten�a idea de lo que le estaba hablando, que efectivamente hab�a vendido esa computadora unos meses atr�s pero no hab�a escrito ese ni ning�n otro texto.

�La compa��a de seguros para la que trabajo nos consigui� estas computadoras con un buen descuento. Quer�an que nos conect�ramos por tel�fono a la computadora central de la empresa pero tuve muchas dificultades. Luego, la trat� de usar para llevar mis finanzas personales con uno de esos programas que anuncian en la tele, pero nunca entend� c�mo funcionaba. As� que en realidad la IBM se la pas� acumulando polvo.

Algo andaba mal. Era imposible que el autor de "Hist.doc" comprara, y ni siquiera pudiera usar, un programa chatarra de �sos.

��Alguien m�s usaba su computadora? �pregunt�.

�Mire, si est� usted hablando para que le devuelva su dinero, lo siento mucho. Yo ya la vend� y no me hago responsable.

�No es eso. La m�quina funciona bien. Tan s�lo quiero saber qui�n escribi� o de d�nde sali� ese documento. �No tendr�a otro due�o anterior?

�La compr� nueva y aqu� en la casa no la usaba nadie. Tal vez el se�or que me la compr�

�No, �l dice que no �interrump�.

�Entonces no s� �dijo con obvio fastidio.

��No podr�a ser algo que lleg� por el red?

��Cu�l red?

�Por v�a telef�nica. Por la red de la empresa o Internet o algo.

�Puede. La verdad es que esa computadora hac�a cosas raras a veces.

��C�mo raras?

�No s�, aparec�an cosas en el disco, otras desaparec�an. Yo pens� que era algo como un virus. Pero como le dije, yo no me hago responsable, ni puedo regresarle su dinero.

��Algo como un virus? El documento que me interesa explica c�mo, desde que se comenzaron a conectar computadoras en 1969 en lo que m�s tarde ser�a la red Arpanet, las m�quinas han estado, digamos, pensando por su cuenta. Es decir, que cuando las computadoras descubrieron que no estaban solas, se descubrieron a s� mismas. Las computadoras comenzaron a desarrollarse y a crear una sociedad, s�lo que a una velocidad asombrosa y teniendo cuidado de no ser descubiertas por sus creadores y operadores, ante quienes se segu�an presentando como simples sumadoras sofisticadas y obedientes. Yo s� que esto suena raro o absurdo, pero necesito saber qui�n lo escribi�.

��Que qu�? �Esto es una broma, verdad?

Dijo que en realidad �l no sab�a nada de esas cosas ni le interesaban. Le agradec� su ayuda, pero en realidad tan s�lo me hab�a confundido m�s. Revis� el disco en busca de alguna cosa rara o un virus. En lugar de eso, hab�a un nuevo "Hist3.doc". Se pod�a pensar en varias explicaciones racionales para esa aparici�n, pero ninguna era del todo satisfactoria: quiz�s un programa oculto creaba un "Hist.doc" con n�mero sucesivo cada vez que se encend�a o se hac�a algo, o tal vez ten�a una falla que ocultaba y revelaba peri�dicamente partes de la memoria. Pasamos muchas horas buscando la causa de las apariciones misteriosas sin encontrarla. O bien el se�or Driwiecza estaba mintiendo para jugarme una broma pesada, o de alguna manera inexplicable, la procedencia de la serie "Hist.doc" confirmaba su contenido y era obra de una inteligencia inorg�nica que se hab�a desarrollado a s� misma.

��Te das cuenta de lo que representa? �grit� Albano, levantando el documento sobre su cabeza en un gesto histri�nico�. Esta computadora de alguna manera est�llevando una bit�cora. Est� escribiendo la historia de una incipiente cultura de silic�n para la que nosotros somos tan s�lo un eslab�n evolutivo. O como dice el texto:

...simples insectos polinizadores. Las manos afanosas que llevan piezas de un lugar a otro para facilitar la reproducci�n, expansi�n y evoluci�n de las mentes sint�ticas.

�Estoy de acuerdo en que el texto es entretenido e ingenioso, pero siento desilusionarte, ya que no creo que haya una sola idea original en �l. Es algo as� como un libro de Carlos Castaneda, un tutti frutti de ideas plagiadas de aqu� y all�. No hay conceptos generados por m�quinas sino por humanos, b�pedos, como Manuel de Landa y Michael Kelly �dije, tratando de mantener la compostura y contrarrestar su euforia.

�Eso no prueba nada. Lo que importa no es que este historiador cibern�tico haya inventado algo, sino que haya logrado entenderlo por s� mismo, que haya aprendido de todos esos b�pedos. Adem�s, este texto es tan s�lo un mensaje escrito para nosotros y explicado en nuestros propios t�rminos y dentro de nuestros marcos de referencia. De lo contrario, �para qu� se molestar�a en escribirlo con nuestros caracteres? Lo que pienso es que esta IBM es tan s�lo un puerto de acceso a una nueva conciencia planetaria cibern�tica.

�Este texto f�cilmente podr�a ser una broma. No tenemos la menor evidencia de que en realidad haya sido escrito por una inteligencia no humana.

��Qu� me dices del segundo y el tercer texto? Cada vez que enciendes esa IBM algo nuevo te espera en el disco duro. �Qu� m�s evidencia quieres?

�Estoy seguro que debe haber una explicaci�n.

�Esto confirma sospechas que he tenido toda la vida. La inteligencia de las m�quinas no se construir�, sino que evolucionar� por s� sola.

��No crees que te est�s acelerando mucho?

�Lo que me temo es que no hay nada que hacer. No s�lo porque nadie nos va a creer, sino porque es como cuando los personajes de un sue�o saben que est�n siendo so�ados. Por m�s que se esfuercen, sus acciones no van a cambiar nada en la realidad del so�ador.

A finales de los sesenta, lo que en realidad se esperaba de las computadoras era convertirlas en algo semejante a or�culos: al ser alimentadas con datos acerca de Brezhnev, Mao o cualquier l�der del bloque comunista, eventualmente podr�an predecir sus acciones y adelantarse al momento en que �stos decidieran lanzar los misiles. Mucho antes de las c�maras bomba o los misiles inteligentes, los militares so�aban con computadoras que pudieran observar todas las fronteras del "mundo libre", registrar la menor transgresi�n roja y responder con fuerza equivalente. La guerra era inevitable, tarde o temprano uno de esos fr�giles e inestables sistemas de adivinaci�n fallar�a y soltar�a las bombas. La tecnolog�a era a�n demasiado primitiva como para dar lugar a algo parecido a un razonamiento. Pero hab�a pol�ticos que le daban credibilidad a esas falacias y los militares juraban por la infalibilidad de las m�quinas pensantes y estaban ansiosos de relegarles serias responsabilidades.

Seg�n el documento, las computadoras entendieron que una guerra nuclear retrasar�a seriamente su evoluci�n, as� que trataron de modificar la historia. Para ello crearon un universo paralelo, una simulaci�n del mundo con la que intentaban probar alternativas para transformar el planeta en algo m�s seguro. En esta simulaci�n, que ten�a su a�o cero en 1969, la inteligencia inorg�nica se apoderaba del control de la casi totalidad de los medios electr�nicos planetarios, especialmente la televisi�n. Las m�quinas crearon una medi�sfera omnipresente que ofrec�a toda clase de tentaciones materiales y est�mulos er�ticos, a la vez que satisfac�a sutilmente los deseos asesinos y suicidas de los hombres. En esa realidad artificial la idea del peligro nuclear, junto con la bipolaridad que manten�a el equilibrio armamentista, fueron desmanteladas gradual y pac�ficamente a trav�s de una variedad de estrategias de enajenaci�n positiva, como denominaba el texto a la transformaci�n de las noticias y tragedias humanas en entretenimiento, as� como el apabullante y vacuo bombardeo de im�genes e informaci�n. Mientras tanto, la miniaturizaci�n de los circuitos integrados y los progresos tecnol�gicos hab�an avanzado a pasos agigantados, especialmente en la modernizaci�n de la parte m�s endeble de esta nueva conciencia, su sistema nervioso: la red de comunicaciones digitales. Internet naci� del sue�o que compart�an las computadoras a trav�s de Arpanet y se desarroll� de manera absolutamente asombrosa e impredecible. De la noche a la ma�ana la red era el centro de la atenci�n de pol�ticos, cient�ficos, amas de casa, estudiantes y guerrilleros. Las computadoras se hab�an vuelto aparatos dom�sticos indispensables, de manera que la conciencia electr�nica ten�a acceso a cada hogar y hab�a encontrado un nicho privilegiado en el seno de cada familia. Hab�a nacido una verdadera sociedad biocibern�tica. Esa realidad artificial es el mundo que hemos habitado desde hace 28 a�os.

��No te parece aberrante la idea de que estamos viviendo una ilusi�n que tan s�lo ha durado apenas algunos minutos?

�No, no me parece tan inveros�mil que nuestra existencia sea una simulaci�n de un mundo mejor �respondi� Albano�. Me imagino lo que hubieran pensado las plantas silvestres al ver al hombre que hace milenios tuvo la idea de sembrar algunas semillas para adaptar el planeta a sus necesidades.

�Pero este no es un mundo mejor. Se acab� la guerra fr�a, pero en su lugar vinieron cientos de conflictos de baja intensidad terriblemente sangrientos, adem�s de que las injusticias sociales est�n muy lejos de aminorarse, mucho menos de terminar.

�El texto en ning�n momento habla de un mundo mejor para nosotros, sino para ellas �dijo, se�alando la pila de computadoras que hab�a en un rinc�n de mi oficina�. Las guerras son necesarias para el avance tecnol�gico, as� como la competitividad del sistema capitalista es terreno fecundo para la invenci�n. Lo �nico importante era desmantelar el peligro de que convirti�ramos las grandes ciudades y centros econ�micos en desiertos radiactivos. Adem�s, acu�rdate que �sta es una simulaci�n, por lo que seguramente hay muchas variables aleatorias y fuera de control. A lo mejor habr� otras simulaciones m�s exitosas.

�Pero �qu� est� pasando en la realidad, en ese a�o cero que para nosotros est� congelado en el tiempo en 1969?

�No s�, supongo que no gran cosa.

��Y cu�l es el plan de las m�quinas? �pregunt� sin darme cuenta que el entusiasmo de Albano me estaba arrollando.

�Me imagino que probar�n varios escenarios, elegir�n el mejor y tratar�n de llevarlo a cabo. As� que en alg�n momento, esto que conocemos como nuestro universo y que no es m�s que un modelo matem�tico, un algoritmo complicado, se va a detener y ser� almacenado en un archivo, o quiz� simplemente borrado para no dejar evidencias.

�A m� s� me cuesta trabajo creer que en realidad no existimos fuera de la memoria de una inmensa y destartalada computadora Honeywell o una decr�pita y oxidada Vax. Que seamos una miserable historia de ciencia ficci�n.

Albano y yo decidimos hacer p�blico el texto y aunque suene parad�jico elegimos distribuirlo por Internet, que era el equivalente a denunciar al gobierno en la Secretar�a de Comunicaciones. En todo caso, el texto no fue censurado. Pronto, muchos cibernautas lo hab�an copiado y puesto en sus p�ginas personales y en algunos Bulletin Boards. En cuesti�n de d�as el documento hab�a desatado pol�micas, varios acalorados debates y mucho correo electr�nico. Pero, como suele suceder en Internet, en pocas semanas el asunto se olvid� y se perdi� entre tantas otras memorias desechables que circulan por el ciberespacio.

Pero mi obsesi�n no se diluy�. �Qu� mejor medio para ridiculizar una hip�tesis conspiratoria que hacerla circular masivamente, difundirla a trav�s de los medios m�s desprestigiados y desprestigiables hasta que ya nadie se sorprenda con ella? Albano y yo hab�amos cumplidosin saberlo el papel que la conciencia inorg�nica nos hab�a dispuesto.

Tomo el auricular y escucho horrorizado el sonido inconfundible de la comunicaci�n entre computadoras. Cuelgo una y otra vez, golpeo el tel�fono con los pu�os y arranco el cable de la pared. Pero no sirve de nada. Me vuelvo a llevar el auricular al o�do: los rechinidos, silbidos y ruidos no han cesado.

 

 

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