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6:44 p.m. - 2005-12-03 Cada restaurante, cada local público, cada cabina telefónica espera mi presencia de hojalata. Soy actualizado en cada revisión, nuevas versiones emulan y trazan sujetos nuevos en una sola persona. Miradas antiguas recodean y recorren miles de horas en tan pocos minutos, saludos-adiós. Bienvenido seas pues, a este estrado con ascensores. Dispersas están las anotaciones que emanan luces de horas. Bienvenidas montañas, bienvenidos cactus. La planicie viene bien. Y en el vientre mariposas y en la sien atardeceres. Cada habitación es una bienvenida, cada puerta: una entrada, una salida. Seguí todos los caminos. Bienvenido a Roma. Seguí solo las laderas. No hay lugar donde no encuentre un artefacto que de viejo me regrese. Toda y cada cosa nombrada reside en su bienvenida. Viena influye en la ida, en los sueños-anagrama. Recintos que madrugan auxiliados por Dios. Bienvenido, entre queridas penas ya aguardan la ocasión. Los pronósticos indican: no hay lugar en tal brecha, no hay zona más estrecha, esperad que abra el telón. Hosco, el telón abre: Â Â ![]() |