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12:36 a.m. - 2006-07-08
Antes que nada, somos:
A lo sumo un viajero que despide entre su �ndice y el dedo pulgar el avi�n que derrocha nubes. Y la fraternidad empa�a labores en los mantelitos desfundados, que son como una palmada en la espalda del que camina, con sus poderes une las s�banas de rieles. Alegre, demasiado alegre nos pregunta si es el afecto o el cari�o, en todo caso, el arma secreta con que los dioses dibujaron su tragedia: cae el b�culo a las manos de un ni�o y �ste, apunta al cielo, admirado.
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