8:30 p.m. - 2010-04-07
Reconstrucci�n de una tarde de primavera en un apartamento de Par�s
Hay recuerdos que necesitan tiempo para ser escritos. �ste, sucedi� hace casi un a�o. �Necesit� un a�o para escribirlo? Estoy seguro que si lo hubiera escrito antes, habr�a tenido m�s detalles, m�s peque�as cosas, pero no, tal escena no la hubiera escrito con la misma hambre de memoria. Hoy podr�a escribir lo que me pas� hoy mismo en mi vida, pero qu� sentido a largo plazo tendr�a para mi habitaci�n de recuerdos. Estoy consciente de que es una aproximaci�n e incluso una ficcionalizaci�n, pero no completamente, ni parcialmente. Es algo que viv� en realidad, es algo que no se podr� repetir. Es un momento de mi juventud en el que alcanc� a vislumbrar la pasi�n pura. Algo que nadie puede hacerte vivir, ni ense�arte, ni transmitirte mediante f�rmulas...
Es la rue du Fer � Moulin, el 5 arrondissement de Par�s: Mouffetard. No era mi barrio, ni eran mis calles, pero en ese momento tomaron un significado para m�. Pasaron a formar parte de mi historia, de mi ser. No ser� el mismo despu�s de estas calles, de la huelga que los estudiantes hac�an en la Universit� Sorbonne Nouvelle, como en el resto de las universidades francesas en 2009.
Reci�n hab�amos caminado bajo los reverdecidos �rboles del Jardin du Luxembourg. �Por dios, hace un a�o viv�a a�n en Par�s! Nos encontramos en las sillas movibles frente a la gran fuente. Pero duramos poco vagando por ah�. Cruzando el Pante�n me confes� lo rudos que pueden ser los franceses con las modas inglesas. Los parisinos son los m�s mesurados y atinados en la combinaci�n rob�tica de la moda. Algo que a Emma le desagradaba.
No hay un metro o RER que vaya directo de Luxembourg a Censier Daubenton. As� que los 5 minutos que podr�a hacer ese trayecto en un metro que no existe, lo hicimos caminando en 25 minutos. No podr�a comparar la belleza de Paris cuando abandona el invierno y se adentra a la primavera. El cielo, el sol, los p�jaros y la alegr�a de ver los �rboles revestidos. O la compa��a de una mujer que se cuelga de tu brazo entre aquellos jardines, y luego...
La persegu� al subir las escaleras. No pude alcanzarla hasta el �ltimo piso. Nunca us� el ascensor en su edificio. Prefer�a agotar mis pasos en las escaleras. La ventana abierta, poco despu�s de la hora de la comida, Paris tomando la siesta embriagada. Los vecinos con las ventanas abiertas de los balcones, los coches pasan como estrellas fugaces antes del amanecer. Ella que se aleja de la cama y de a poco cierra las cortinas. Un peque�o rayo entra, el amarillo resplandece entre el rojo. Los colores y las fotos de su cuarto de mujer me invitaban a echar un vistazo, a pagar tributo por mi destierro, o bienvenida.... Tiramos un vaso de agua sobre todos los papeles, casi en su computadora. Nos re�mos. Jugamos a las s�banas, a las almohadas....
-�Shhhhhhh tel�fono, es mi madre!
Hago gestos rid�culos mientras me tiene cautivo en el silencio. Aguanta la risa, de una manera devotamente brit�nica.... Y ese abandono, ese dejar de ser yo, de ser ella, de ser Par�s, de ser una habitaci�n en un edificio donde sabe cu�ntos otros han probado el amor ef�mero pero sustansioso, el que sabe reanimar almas tristes. El sol se acostaba con nosotros: horas y horas hasta que la noche destierra a Romeo de los brazos de Julieta. �Cuando amamos realmente, no es como si fuera la primera vez, cada vez?
Que quede claro que no hay melancol�a, quiz�s algo de nostalgia. Pero que la primavera vuelve siempre a los corazones libres, a los que saben esperar la luz. A los que no se reconfortan con simples artificios pasajeros, a los que se lanzan en expediciones peatonales, iluminados por la vida.
As� la veo.
