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9:51 p.m. - 2004-01-01 Comida lenta 31-Dic-03 La velocidad a la que vivimos le quita sabor a la vida. Por eso hay tantos que buscan en la lentitud una forma de recuperar la sabrosura y los placeres del gusto Uno de los ejemplos m�s interesantes del culto a la lentitud es el movimiento Slow Food, que naci� en la ciudad italiana de Barolo. El pretexto fue la apertura de un restaurante Mc Donald� s en Roma. Para expresar su descontento, los manifestantes blandieron tazones de pasta y las arrojaron como armas de protesta contra los cristales de la franquicia del payasito y los arcos dorados. Era 1986 y dieron a conocer un manifiesto en el que pregonaron su oposici�n a la fast food, la vida r�pida y la destrucci�n de muchas formas artesanales de producci�n de alimentos. El icono del movimiento es un caracol, pero ha avanzado con rapidez en los 17 a�os que han transcurrido desde su fundaci�n. Tiene 40 mil socios en 35 pa�ses, entre ellos M�xico. Se organizan en torno a 400 convivia, o grupos que se re�nen para comer y beber por largas horas. �Comer y beber juntos al final del d�a es un signo de amistad y comuni�n, cuando esto no sucede, estamos en una sociedad m�s triste, menos cohesionada�, dice Carlo Petrini, el l�der del movimiento. Petrini es un cr�tico italiano de cocina que, para no escapar de los estereotipos, est� orgulloso de nunca haber comido en un Mc Donald�s. Desde hace seis a�os organizan en Tur�n el mayor congreso del mundo relacionado con la comida. Cada a�o realizan campeonatos mundiales de preparaci�n de foiegras, yogurt y salamis, entre otras cosas. Han inventado el Arca del Gusto, un cat�logo donde colocan alimentos, plantas y animales alimenticios que est�n en riesgo de desaparecer. Buscan padrinos o madrinas que se encarguen de patrocinar la salvaci�n de los habitantes del Arca. En la amplia corriente de movimientos antiglobalizaci�n, el Slow Food es uno de los menos extremistas. Carlo Petrini subraya que ellos no tienen casi nada que ver con el franc�s Jos� Bov�, el franc�s que ha estado en l�os con la justicia por destruir cultivos transg�nicos. En muchos sentidos es un movimiento conservador, pero nadie puede negar su radicalidad, por su af�n por ir a las ra�ces. Apoyan a una comunidad de mujeres marroqu�es que producen un aceite que sabe a almendras y se llama argon. Adem�s han comprometido grandes donativos a la pen�nsula balc�nica y a otras regiones donde ha habido guerras recientes para ayudarlos a recuperar el placer de comer y beber bien. En algunos casos su labor consiste en asesorar en temas de marketing; otras veces con el apoyo en la creaci�n de una red de ventas o con el aseguramiento de mecanismos para ayudar a la trasmisi�n de conocimientos de los viejos a los j�venes. Han lanzado la iniciativa de crear una red de slow cities, que agrupe a ciudades comprometidas con la promoci�n de ciertos principios, entre ellos el uso de productos naturales; la conciencia de los valores impl�citos en ciertas comidas tradicionales; el fomento de t�cnicas de producci�n de comida que sean amigables con el medio ambiente y el compromiso con la preservaci�n de sabores aut�ctonos. El movimiento est� permeado de cierta conciencia medioambientalista. Se definen como eco gastronomistas. �Nuestro placer por comer est� relacionado con la b�squeda de un equilibrio en la forma en que se producen los alimentos que consumimos�, dicen en su p�gina de internet slowfood. com. Parten de una premisa: la aplicaci�n de principios industriales a la producci�n de alimentos est� provocando da�os masivos. Reduce la biodiversidad y pone en peligro casi todo lo que se produce en peque�a escala y con m�todos artesanales. Carlo Petrini argumenta en contra de los que creen que comer bien est� relacionado con opulencia o riqueza. En su libro, publicado en ingl�s en 2003, dice que la buena comida podr�a costar mucho menos, si no fuera por los intermediarios que encarecen el precio final y explotan a los productores de materias primas. Afirma que la buena comida ser�a s�lo un poco m�s cara que la porquer�a de comida que se consume masivamente. Reconoce que la gente gasta un porcentaje elevado de sus ingresos en comida pero considera que la est� en reducir la cantidad y comer lo bueno en menores cantidades. Para no ser confundido con un trag�n cualquiera, Petrini critica la epidemia de obesidad. �Es una muestra del desbalance en nuestra alimentaci�n, le falta calidad aunque le sobre cantidad�. La restauraci�n del equilibrio, sostienen, tiene que ver con la revaloraci�n de una forma de vida m�s lenta. Son posmodernos con denominaci�n de origen. En su reflexi�n coinciden con otros. �Por qu� desapareci� el placer de la lentitud?, se pregunta Milan Kundera en su novela La lentitud. �En nuestro tiempo, ir lentamente parece sin�nimo de no hacer nada, cuando se trata de algo totalmente distinto�, dice el novelista. Slow Food demuestra que se puede llegar lejos caminando lento, si se sabe a d�nde ir. Tomado de Milenio.com
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