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9:06 p.m. - 2009-12-07
Payaso
En el traj�n vayvenoso de la tarde, un payaso sube. Cuenta sus chistes sin incendiar ninguna boca, sin alterar ning�n bolsillo. Camina de un lado a otro del cami�n. De s�bito, en un halo milagroso, mira a la joven rubia sentada junto a m�. La observa y le dice: c�sate conmigo. Ella palidece, como lo har�a cualquier tapat�o al ser embestido por un artista p�blico. No responde. El payaso acecha. Se acerca. Pone una cajita en su mano y le repite: c�sate conmigo. Se quita la peluca, los lentes. Se vuelve hombre, la mira y le repite: c�sate conmigo. Entonces, invadidos por la ternura, nuestras almas empezaron a re�r y aplaudieron.
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