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8:13 p.m. - 2008-09-23 Tengo un racimo de preocupaciones, buenas preocupaciones, angustias que confirman la vida y sus deberes. Respiro hondo. Admiro a mis interlocutores, admiro su pretigiosa ignorancia, su alegre ruta me contagia. Los bosques que yo exploro ya no se ven como dioses o figuras rituales. A lo mucho son ornamentos para engordar la mon�tona modernidad. Un cuchillo protege mis pensamiento. Me aniquila como instante de flor, como externa contemplaci�n constante. Necesaria excursi�n fuera de uno mismo. Sin lanzas hemos encontrado el yacimiento de oro negro, or�culo moderno de nuestras vidas. Miro de reojo su cauce, pero mi rostro no se refleja. Mi esperanza, anhelo de cuchillos afilados. En cuatro d�as pasar�n mil horas, mil y un sacrifios para que nazca el sol de nuevo, para que su aliento d� vida a estas tierras nuestras.
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