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11:35 p.m. - 2009-08-18
Lo que esperamos
Oliverio Girondo. Tardar�, tardar�. Ya s� que todav�a los �mbolos, la usura, el sudor, las bobinas seguir�n produciendo, al por mayor, en serie, iniquidad, ayuno, rencor, desesperanza; para que las lombrices con huecos portasenos, las vacas de embajada, los viejos paquidermos de esf�nteres crinudos, se sacien de adulterios, de hast�o, de diamantes, de caviar, de remedios. Ya s� que todav�a pasar�n muchos a�os para que estos crust�ceos del asfalto y la mugre se limpien la cabeza, se alejen de la envidia, no idolatren la sa�a, no adoren la impostura, y abandonen su costra de opresi�n, de ceguera, de mezquindad. de bosta. Pero, quiz�s, un d�a, antes de que la tierra se canse de atraernos y brindarnos su seno, el cerebro les sirva para sentirse humanos, ser hombres, ser mujeres, -no cajas de caudales, ni perchas desoladas-, someter a las ruedas, impedir que nos maten, comprobar que la vida se arranca y despedaza los chalecos de fuerza de todos los sistemas; y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas se encuentran en nosotros y no bajo la tierra. Y entonces... �Ah!, ese d�a abriremos los brazos sin temer que el instinto nos muerda los garrones, ni recelar de todo, hasta de nuestra sombra; y seremos capaces de acercarnos al pasto, a la noche, a los r�os, sin rubor, mansamente, con las pupilas claras, con las manos tranquilas; y usaremos palabras sustanciosas, aut�nticas; no como esos vocablos erizados de inquina que babean las hienas al instarnos al odio, ni aquellos que se asfixian en estrofas de alm�bar y fustigada clara de huevo corrompido; sino palabras simples, de arroyo, de ra�ces, que en vez de separarnos nos acerquen un poco; o mejor todav�a guardaremos silencio para tomar el pulso a todo lo que existe y vivir el milagro de cuanto nos rodea, mientras alguien nos diga, con una voz de roble, lo que desde hace siglos esperamos en vano.
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