11:30 p.m. - 2004-07-09
Smultronst�llet
Que gran mentira hablar de jazmines, aromas silvestres o de brisas marinas, ya nadie tiene tiempo para eso. �C�mo tendr� una persona tiempo para detenerse, cuando el otro le exige que consuma y no acaricie?
�Pero c�mo me pongo a hablar de semejantes cosas? A�n si en estos momentos habitara un nombre que designa estados po�ticos, polvos de sue�os, comunes sensaciones, a�n si me encontrara en esos instantes, �qu� me hace hablar de tales por cu�les asuntos?
�D�nde, esta licencia, d�nde est� el permiso? �Por qu� no hablar de lo que creo conocer y no hablar de lo que cree mi raz�n abstraer? Creer que s�, saber que creo. �Tremenda encrucijada!
Los hechos biogr�ficos deben de decir algo, claro, para el futuro historiador que emplear� la raz�n de la misma manera, pero no para el contempor�neo, porque nos cuesta trabajo hacer a un lado el Progreso, la tradici�n.
Desear�a hablar Naturalmente (no precisamente, sino bil�gicamente) del amor, pero todos se llegan a ver mediados por esa fuerza subjetiva que rayos y centellas crea. Al final son las relaciones hist�ricas humanas las que explican mejor la cosa, sin embargo necesitamos ser historiadores y esperar a que pasen una o dos generaciones para poder al fin, entender lo que est� pasando (cuando bien nos va). Aunque, claro que debe de haber otros caminos, m�s �ntimos, m�s dif�ciles, pero que al final ser�n m�s gratificantes, imagino yo (imagino lo que ya he sentido alguna/muchas veces).
"La religi�n es veneraci�n -veneraci�n en primer lugar ante el milagro de que el hombre sea. Si lo que necesitamos es un nuevo orden, nuevos v�nculos, la adecuaci�n de la sociedad a las exigencias actuales del mundo, de poco servir�n para ello las decisiones tomadas en las conferencias, las medidas t�cnicas, las instituciones jur�dicas. El gobierno del mundo es una utop�a racional. Lo importante es, ante todo, la transformaci�n del clima espiritual, un nuevo sentido de las dificultades y de la nobleza del hombre, una disposici�n fundamental que todo lo penetre y a la cual nadie se sustraiga, y que sea reconocida por todos en su interior como un juez supremo. Para su g�nesis y su establecimiento, los poetas y los artistas, trabajando imperceptiblemente en profundidad y en amplitud, pueden hacer mucho. Pero ella no es cosa que se aprenda o se haga: ella se vive y se sufre.
Que la filosof�a no es una fr�a abstracci�n, sino una experiencia vital, un sufrimiento, y un sacrificio en aras de la humanidad, eso lo sab�a Nietzsche, y de ello dio ejemplo. Mientras lo hac�a fue empujado hasta la cima de los m�s grotescos errores; pero el futuro era en realidad la tierra que �l amaba, y ante los ojos de las generaciones por venir aparecer�, como lo fue para nosotros, cuya juventud tanto le debi�, como una figura sensible y venerablemente tr�gica, iluminada por los rel�mpagos, de esta �poca de cataclismos."
Thomas Mann en La filosof�a de Nietzsche a la luz de nuestra experiencia
