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10:59 p.m. - 2014-02-13
Llamado por los malos poetas
Rodolfo Fogwill

Se necesitan malos poetas.
Buenas personas, pero poetas
malos. Dos, cien, mil malos poetas
se necesitan m�s para que estallen
las diez mil flores del poema.

Que en ellos viva la poes�a,
la innecesaria, la f�til, la sutil
poes�a imprescindible. O la in-
versa: la poes�a necesaria,
la prescindible para vivir.

Que florezcan diez maos en el pantano
y en la barranca un Ele, un Juan,
un Gelman como elefante entero de cristal roto,
o un Rojas roto, mendigando
a la Reina de Espa�a.

(Ahora Espa�a
ha vuelto a ser un reino y tiene Reina,
y Rey del reino. Espa�a es un tablero
de alfiles politizados y peones
reci�n comidos: a la derecha, negros, paralizados, fuera del juego).

Y aqu� hay torres de goma, alfiles
politizados y damas policiales
vigilando la casa.

A la caza del hombre,
por hambre, corren todos, saltan
de la cuadr�cula y son comidos.

Todo eso abunda: faltan los poetas,
los mil, los diez mil malos, cada uno
armado con su libro de mierda. Faltan,
sus ensayitos y sus novela en preparaci�n.
Ah.. y los curricola,
y sus diez mil applys nos faltan.

No es la muerte del hombre, es una gran ausencia
humana de malos poetas. Que florezcan
cien millones de tentativas abortadas,
relecturas, incordios,
folios de cartulina, ilustraciones
de gente amiga, cenas
con gente amiga, ex�gesis, escolios,
tiempo perdido como todo.

Se necesitan poetas gay, poetas
lesbianas, poetas
consagrados a la cuesti�n del g�nero,
poetas que canten al hambre, al hombre,
al nombre de su barrio, al arte y a la industria,
a la estabilidad de las instituciones,
a la mancha de ozono, al agujero
de la revoluci�n, al tajo agrio
de las mujeres, al latido
inaudible del pentium y a la guerra
entendida como continuidad de la pol�tica,
del comercio,
del ocio de escribir.

Se necesitan Betos, Titos, Carlos
que escriban poemas. Alejandras y Marthas
que escriban. Nombres para poetas,
anagramas, seud�nimos y contrase�as
para el chat room del verso se necesitan.

Una poes�a aqu� del cirujeo en la veredas.
Una poes�a aqu� de la mendicidad en las instituciones.
Una poes�a de los salones de lectura de versos.

Una poes�a por las calles (venid a ver
los versos por las calles...)

Una poes�a cosmopolita (subid a ver
los versos por la web...).

Una poes�a del amor aggiornado (bajad a ver
poes�a en el pesebre del amor...)

Una poes�a explosiva: etarra, �tica,
po�ticamente equivocada.

En los papeles, en los canales
culturales de cable, en las pantallas
y en los monitores, en las antolog�as y en revistas
y en libros y en emisiones clandestinas
de frecuencia modulada se buscan
poetas y m�s malos poetas:
grandes poetas celebrados peque�os,
poetas notorios, plumas iluminadas,
hombres nimios, mim�ticos,
deteriorados por el alcohol,
descerebrados por la droga,
hipnotizados por el sexo
idiotizados por el rock,
odiados, amados por la gente aqu�.

En las habitaciones se buscan.
En un bar, en los flippers,
en los minutos de descanso de la oficina,
entre dos clases de gram�tica,
en clase media, en barrios
vigilados se buscan.

�Habr� en la tropa?
�En los balnearios, en los ba�os
p�blicos que han comenzado a construir?
�En los cert�menes de versos?
�En los torneos de minif�tbol?
�Bajo el sol quieto?
�A solas con su lengua?
�A solas con una idea repetitiva?
�Con gente?
�Sin amor?

No es el fin de la historia, es
el comienzo de la histeria lingual.

Todo comienza y nace de una necesidad fraguada en la lengua.
Falsifiquemos el deseo:
Te necesito nene.
Para empezar te necesito.
Para necesitar, te pido
ese minuto de poes�a que necesito, necio:
quisiera ver si me devuelves el ritmo de un mal poema,
que me acarices con sus ripios,
que me turbes la mente con otra idea banal,
y que me ba�es todo con la trivialidad del medio.

Y en medio del camino, en el comienzo
de la comedia terrenal, quiero vivir
la necedad y la necesidad
de un sentimiento falso.

Se necesitan nuevos sentimientos,
nuevos pensamientos imb�ciles, nuevas
propuestas para el cambio, causas
para temer, para tener,
aqu� en el sur.

Y arriba Espa�a es un panal
de hormigas orientales:
rumanas, tunecinos,
suecas a la sombra de un Rey.

Ri�monos del Rey.
De su fealdad.
De su fatalidad.
De Su Graciosa Realidad.
La realidad es un ensue�o compartido.
La realidad de Espa�a
es su filosa lengua pronunciando la e�e
y su mojada espada pronunciando el orden
del capital y la sintaxis.

�Ay, lengua:
aparta de m� este cuerno de la prosperidad clavado en tu ingle,
suturada de chips, y cubre
nuestras heridas con el b�lsamo de los malos poemas..!

 

 

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