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1:17 p.m. - 2007-02-02 Arropada por las huestes de sus enemigos, la comedia se excusa. Impertinente en su encargo, entrega portavoces a los que aclaman parabrazos los abrazos. La comedia comprende a las parcas. Coexiste con, con, con, cooon... cualquiera otra categor�a del alma que embarca los corazones y maltrata los gestos de tu cara. Empalmada entre cortes�as sin gracia ni ton ni son, qu� poca creatividad la tuya mano, atraviesa con lanzas la oscuridad del enfermo ya con testamento, yo quiero el reloj. La comedia canta, no se anda con rodeos para salpicar su sana sana. Ha aprendido a escabullirse de las reuniones m�s sobrias imposible, aqu� trajeron todo el vino tinto del mundo, �ya se muri� el enfermo? Deshonrada por sus mentores, los viejos sabios y todav�a m�s serios imposible, destripacuentos cuando nadie menos se los espera la muy cabrona. Se acuerda de la muerte, embargadora de vivos lugares m�s escondidos que los visibles. Y la ira se enoja... �ira como se enoja! Debilitada por el contagio rabioso, pobre ira, hazte pa all�. Indispuesta a los profundos matices que no entonan con su florida seriedad, se propone expiar las tumbas del compartimento: patea patea patea te patea hasta que resucites resucites �resucita!. Terca es ella. Enfermiza, la comedia que se excusa cuando se pone triste. Entonces, se nos va.
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