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10:39 a.m. - 2007-03-31 Decid� viajar este a�o con mis familiares rumbo a Talpa. He de admitir que encuentro presencias sagradas en otros aconteceres m�s cotidianos, en peregrinaciones que tienen que ver m�s con tratar al extranjero como pr�jimo, as� sea tu desconocido hermano, vecino o amigo. La gente espera mucho de los desconocidos, aunque la mayor�a de las veces es una espera ego�sta, es un deseo por "descubrir" cualidades o costumbres propias en el otro, que en general, escasean en uno mismo. No es una espera ciega, con las puertas abiertas mientras se lee en la sala, con la confianza en la curiosidad del que pasa; no, es m�s bien un gran ojo que observa la mirilla de una puerta. Con la impaciencia del que no ha aprendido a ver. Quiz� lo que aprecio m�s de este viaje, es pasar estos tres d�as con parte de mi familia, platicar para entrever los siglos. Una puerta o ventana conocida o por conocer, tiene su marco, elemento b�sico en la construcci�n de un espacio habitable. Habitable como es el reconocimiento esperado entre las personas por caminos cercanos.
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