![]() |
3:19 p.m. - 2005-10-09 A veces te veo triste, otras te veo alegre. Te veo ir y venir. Pasas y te veo. ¿Pero te entiendo? A veces te veo, en mis situaciones no deseadas de sólo espectador. Te veo rebelde, te veo fresa, te veo inocente, te veo entregada. Yo me hago una idea de quién eres, como si resolviera un crucigrama. Eres múltiple. A veces frunces el ceño, lloras y no buscas consuelo en los brazos de tus padres o hermanos. Caes al lecho de tu almohada. Cuando sonríes todos sonreímos contigo. Tú haces lo mismo cuando cualquier otra persona sonríe. Y vas, lloras junto con aquella. No veo palabras de conclusión en mis lecturas de tus labios. Ni de tus gestos, ni de lo que dices cuando guardas silencio. De golpe, ahora sé que no eres reina, ni musa, ni diosa, ni santa, ni perra, ni puta, ni maliche, ni chingada, ni símbolo auténtico de sociedad contemporánea. Me acerqué alejándome. Sí, sigo alejándome, en mis conclusiones. Te vi con perlas, lunas, alas, joyas, te vi en metáfora. Y es que a una realidad feliz (aunque imperfecta) no hace falta manchar metáfora. Me ves y ahora te veo, desde mi ataúd de terciopelo. Â Â ![]() |