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6:59 p.m. - 2008-06-01 El consumismo a que ha dado lugar la cultura del capital est� en la base del hambre de miles de millones de personas y de la actual escasez de alimentos de la humanidad. Frente a tal situaci�n, �c�mo deber�a ser el consumo humano? En primer lugar, el consumo debe ser adecuado a la naturaleza del ser humano. �sta, por un lado, es material, enraizada en la naturaleza, y necesita de bienes materiales para subsistir. Por otro lado es espiritual, y se alimenta con bienes intangibles como la solidaridad, el amor, la acogida y la apertura al Infinito. Si estas dos dimensiones no son atendidas, nos ponemos an�micos en el cuerpo y en el esp�ritu. En segundo lugar, el consumo necesita ser justo y equitativo. La Declaraci�n de los Derechos Humanos afirma que la alimentaci�n es una necesidad vital, y, por ello, un derecho fundamental de cada persona humana (justicia) y conforme a las singularidades de cada uno (equidad). Si no se atiende a este derecho, la persona se confronta directamente con la muerte. En tercer lugar, el consumo debe ser solidario. Es solidario aquel consumo que supera el individualismo y se auto-limita por la causa del amor y de la compasi�n para con aquellos que no pueden consumir lo necesario. La solidaridad se expresa en el compartir, por la participaci�n y por el apoyo a los movimientos que buscan los medios de vida, como tierra, vivienda y salud. Implica tambi�n la disposici�n a sufrir y a correr los riesgos que tal solidaridad comporta. En cuarto lugar, el consumo ha de ser responsable. Es responsable el consumidor que se da cuenta de las consecuencias del patr�n de consumo que practica, si es suficiente y decente, o sofisticado y suntuoso. Consume lo que necesita o desperdicia aquello que va a faltar en la mesa de los otros. La responsabilidad se traduce en un estilo de vida sobrio, capaz de renunciar, no por ascetismo, sino por amor y en solidaridad hacia los que sufren necesidad. Se trata de una opci�n por la sencillez voluntaria y por un patr�n conscientemente contenido, que no se somete a los reclamos del deseo ni a las solicitaciones de la propaganda. Aunque no tenga consecuencias inmediatas y visibles, esta actitud vale por s� misma. Muestra una convicci�n que no se mide simplemente por los efectos resultantes, sino por el valor que esta actitud humana posee en s� misma. Por fin, el consumo debe ser realizador de la integridad del ser humano. �ste tiene necesidad de conocimiento, de forma que consumimos muchos saberes con el discernimiento sobre cu�l de ellos conviene y edifica. Tenemos necesidad de comunicaci�n y de racionamientos, y satisfacemos esta necesidad alimentando relaciones personales y sociales que nos permiten dar y recibir, y en este intercambio nos complementamos y crecemos. A veces esta comunicaci�n se realiza participando en manifestaciones en favor de la justicia, en favor de la reforma agraria, del cuidado del agua potable, de la conservaci�n de la naturaleza... o tambi�n viendo un film, asistiendo a un concierto, yendo al teatro, visitando una exposici�n art�stica, participando en alg�n debate. Tenemos necesidad de amar y de ser amados. Satisfacemos esta necesidad amando con gratuidad a las personas y a los diferentes a nosotros. Tenemos necesidad de trascendencia, de arriesgarnos y de estar m�s all� de cualquier l�mite impuesto, de sumergirnos en Dios con quien podemos comulgar. Todas estas formas de consumo realizan la existencia humana en sus m�ltiples dimensiones. Estas formas de consumo no cuestan y no gastan energ�a; presuponen simplemente el empe�o y a apertura a la solidaridad, a la compasi�n y a la belleza. �No traduce todo esto aquello que pensamos cuando hablamos de felicidad?
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