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2:24 p.m. - 2006-05-09
La se�orita Cora
La se�orita Cora
Julio Cort�zar

We'll send your love to college, all for a year or two,
And then perhaps in time the boy will do for you.

The trees that grow so high.(Canci�n folcl�rica inglesa.)

No entiendo por qu� no me dejan pasar la noche en la cl�nica con el nene, al fin y al cabo soy su madre y el doctor De Luisi nos recomend� personalmente al director. Podr�an traer un sof� cama y yo lo acompa�ar�a para que se vaya acostumbrando, entr� tan p�lido el pobrecito como si fueran a operarlo en seguida, yo creo que es ese olor de las cl�nicas, su padre tambi�n estaba nervioso y no ve�a la hora de irse, pero yo estaba segura de que me dejar�an con el nene. Despu�s de todo tiene apenas quince a�os y nadie se los dar�a, siempre pegado a m� aunque ahora con los pantalones largos quiere disimular y hacerse el hombre grande. La impresi�n que le habr� hecho cuando se dio cuenta de que no me dejaban quedarme, menos mal que su padre le dio charla, le hizo poner el piyama y meterse en la cama. Y todo por esa mocosa de enfermera, yo me pregunto si verdaderamente tiene �rdenes de los m�dicos o si lo hace por pura maldad. Pero bien que se lo dije, bien que le pregunt� si estaba segura de que ten�a que irme. No hay m�s que mirarla para darse cuenta de qui�n es, con esos aires de vampiresa y ese delantal ajustado, una chiquilina de porquer�a que se cree la directora de la cl�nica. Pero eso s�, no se la llev� de arriba, le dije lo que pensaba y eso que el nene no sab�a donde meterse de verg�enza y su padre se hac�a el desentendido y de paso seguro que le miraba las piernas como de costumbre. Lo �nico que me consuela es que el ambiente es bueno, se nota que es una cl�nica para personas pudientes; el nene tiene un velador de lo m�s lindo para leer sus revistas, y por suerte su padre se acord� de traerle caramelos de menta que son los que m�s le gustan. Pero ma�ana por la ma�ana, eso s�, lo primero que hago es hablar con el doctor De Luisi para que la ponga en su lugar a esa mocosa presumida. Habr� que ver si la frazada lo abriga bien al nene, voy a pedir que por las dudas le dejen otra a mano. Pero s�, claro que me abriga, menos mal que se fueron de una vez, mam� cree que soy un chico y me hace hacer cada papel�n. Seguro que la enfermera va a pensar que no soy capaz de pedir lo que necesito, me mir� de una manera cuando mam� le estaba protestando... Est� bien, si no la dejaban quedarse qu� le vamos a hacer, ya soy bastante grande para dormir solo de noche, me parece. Y en esta cama se dormir� bien, a esta hora ya no se oye ning�n ruido, a veces de lejos el zumbido del ascensor que me hace acordar a esa pel�cula de miedo que tambi�n pasaba en una cl�nica, cuando a medianoche se abr�a poco a poco la puerta y la mujer paral�tica en la cama ve�a entrar al hombre de la m�scara blanca...

La enfermera es bastante simp�tica, volvi� a las seis y media con unos papeles y me empez� a preguntar mi nombre completo, la edad y esas cosas. Yo guard� la revista en seguida porque hubiera quedado mejor estar leyendo un libro de veras y no una fotonovela, y creo que ella se dio cuenta pero no dijo nada, seguro que todav�a estaba enojada por lo que le hab�a dicho mam� y pensaba que yo era igual que ella y que le iba a dar �rdenes o algo as�. Me pregunt� si me dol�a el ap�ndice y le dije que no, que esa noche estaba muy bien. "A ver el pulso", me dijo, y despu�s de tom�rmelo anot� algo m�s en la planilla y la colg� a los pies de la cama. "�Ten�s hambre?", me pregunt�, y yo creo que me puse colorado porque me tom� de sorpresa que me tuteara, es tan joven que me hizo impresi�n. Le dije que no, aunque era mentira porque a esa hora siempre tengo hambre. "Esta noche vas a cenar muy liviano", dijo ella, y cuando quise darme cuenta ya me hab�a quitado el paquete de caramelos de menta y se iba. No s� si empec� a decirle algo, creo que no. Me daba una rabia que me hiciera eso como a un chico, bien pod�a haberme dicho que no ten�a que comer caramelos, pero llev�rselos... Seguro que estaba furiosa por lo de mam� y se desquitaba conmigo, de puro resentida; que s� yo, despu�s que se fue se me pas� de golpe el fastidio, quer�a seguir enojado con ella pero no pod�a. Qu� joven es, clavado que no tiene ni diecinueve a�os, debe haberse recibido de enfermera hace muy poco. A lo mejor viene para traerme la cena; le voy a preguntar c�mo se llama, si va a ser mi enfermera tengo que darle un nombre. Pero en cambio vino otra, una se�ora muy amable vestida de azul que me trajo un caldo y bizcochos y me hizo tomar unas pastillas verdes. Tambi�n ella me pregunt� c�mo me llamaba y si me sent�a bien, y me dijo que en esta pieza dormir�a tranquilo porque era una de las mejores de la cl�nica, y es verdad porque dorm� hasta casi las ocho en que me despert� una enfermera chiquita y arrugada como un mono pero muy amable, que me dijo que pod�a levantarme y lavarme pero antes me dio un term�metro y me dijo que me lo pusiera como se hace en estas cl�nicas, y yo no entend� porque en casa se pone debajo del brazo, y entonces me explic� y se fue. Al rato vino mam� y que alegr�a verlo tan bien, yo que me tem�a que hubiera pasado la noche en blanco el pobre querido, pero los chicos son as�, en la casa tanto trabajo y despu�s duermen a pierna suelta aunque est�n lejos de su mam� que no ha cerrado los ojos la pobre. El doctor De Luisi entr� para revisar al nene y yo me fui un momento afuera porque ya est� grandecito, y me hubiera gustado encontr�rmela a la enfermera de ayer para verle bien la cara y ponerla en su sitio nada m�s que mir�ndola de arriba a abajo, pero no hab�a nadie en el pasillo. Casi en seguida sali� el doctor De Luisi y me dijo que al nene iban a operarlo a la ma�ana siguiente, que estaba muy bien y en las mejores condiciones para la operaci�n, a su edad una apendicitis es una tonter�a. Le agradec� mucho y aprovech� para decirle que me hab�a llamado la atenci�n la impertinencia de la enfermera de la tarde, se lo dec�a porque no era cosa de que a mi hijo fuera a faltarle la atenci�n necesaria. Despu�s entr� en la pieza para acompa�ar al nene que estaba leyendo sus revistas y ya sab�a que lo iban a operar al otro d�a. Como si fuera el fin del mundo, me mira de un modo la pobre, pero si no me voy a morir, mam�, haceme un poco el favor. Al Cacho le sacaron el ap�ndice en el hospital y a los seis d�as ya estaba queriendo jugar al f�tbol. Andate tranquila que estoy muy bien y no me falta nada. S�, mam�, s�, diez minutos queriendo saber si me duele aqu� o mas all�, menos mal que se tiene que ocupar de mi hermana en casa, al final se fue y yo pude terminar la fotonovela que hab�a empezado anoche.

La enfermera de la tarde se llama la se�orita Cora, se lo pregunt� a la enfermera chiquita cuando me trajo el almuerzo; me dieron muy poco de comer y de nuevo pastillas verdes y unas gotas con gusto a menta; me parece que esas gotas hacen dormir porque se me ca�an las revistas de la mano y de golpe estaba so�ando con el colegio y que �bamos a un picnic con las chicas del normal como el a�o pasado y bail�bamos a la orilla de la pileta, era muy divertido. Me despert� a eso de las cuatro y media y empec� a pensar en la operaci�n, no que tenga miedo, el doctor De Luisi dijo que no es nada, pero debe ser raro la anestesia y que te corten cuando est�s dormido, el Cacho dec�a que lo peor es despertarse, que duele mucho y por ah� vomit�s y ten�s fiebre. El nene de mam� ya no est� tan garifo como ayer, se le nota en la cara que tiene un poco de miedo, es tan chico que casi me da l�stima. Se sent� de golpe en la cama cuando me vio entrar y escondi� la revista debajo de la almohada. La pieza estaba un poco fr�a y fui a subir la calefacci�n, despu�s traje el term�metro y se lo di. "�Te lo sabes poner?", le pregunt�, y las mejillas parec�a que iban a revent�rsele de rojo que se puso. Dijo que s� con la cabeza y se estir� en la cama mientras yo bajaba las persianas y encend�a el velador. Cuando me acerqu� para que me diera el term�metro segu�a tan ruborizado que estuve a punto de re�rme, pero con los chicos de esa edad siempre pasa lo mismo, les cuesta acostumbrarse a esas cosas. Y para peor me mira en los ojos, por qu� no le puedo aguantar esa mirada si al final no es m�s que una mujer, cuando saqu� el term�metro de debajo de las frazadas y se lo alcanc�, ella me miraba y yo creo que se sonre�a un poco, se me debe notar tanto que me pongo colorado, es algo que no puedo evitar, es m�s fuerte que yo. Despu�s anot� la temperatura en la hoja que est� a los pies de la cama y se fue sin decir nada. Ya casi no me acuerdo de lo que habl� con pap� y mam� cuando vinieron a verme a las seis. Se quedaron poco porque la se�orita Cora les dijo que hab�a que prepararme y que era mejor que estuviese tranquilo la noche antes. Pens� que mam� iba a soltarle alguna de las suyas pero la mir� nom�s de arriba abajo, y pap� tambi�n pero yo al viejo le conozco las miradas, es algo muy diferente. Justo cuando se estaba yendo la o� a mam� que le dec�a a la se�orita Cora: "Le agradecer� que lo atienda bien, es un ni�o que ha estado siempre muy rodeado por su familia", o alguna idiotez por el estilo, y me hubiera querido morir de rabia, ni siquiera escuch� lo que le contest� la se�orita Cora, pero estoy seguro de que no le gust�, a lo mejor piensa que me estuve quejando de ella o algo as�.

Volvi� a eso de las seis y media con una mesita de esas de ruedas llena de frascos y algodones, y no s� por qu� de golpe me dio un poco de miedo, en realidad no era miedo pero empec� a mirar lo que hab�a en la mesita, toda clase de frascos azules o rojos, tambores de gasa y tambi�n pinzas y tubos de goma, el pobre deb�a estar empezando a asustarse sin la mam� que parece un papagayo endomingado, le agradecer� que atienda bien al nene, mire que he hablado con el doctor De Luisi, pero s�, se�ora, se lo vamos a atender como a un pr�ncipe. Es bonito su nene, se�ora, con esas mejillas que se le arrebolan apenas me ve entrar. Cuando le retir� las frazadas hizo un gesto como para volver a taparse, y creo que se dio cuenta de que me hac�a gracia verlo tan pudoroso. "A ver, bajate el pantal�n del piyama", le dije sin mirarlo en la cara. "�El pantal�n?", pregunt� con una voz que se le quebr� en un gallo. "Si, claro, el pantal�n", repet�, y empez� a soltar el cord�n y a desabotonarse con unos dedos que no le obedec�an. Le tuve que bajar yo misma el pantal�n hasta la mitad de los muslos, y era como me lo hab�a imaginado. "Ya sos un chico crecidito", le dije, preparando la brocha y el jab�n aunque la verdad es que poco ten�a para afeitar. "�C�mo te llaman en tu casa?", le pregunt� mientras lo enjabonaba. "Me llamo Pablo", me contest� con una voz que me dio l�stima, tanta era la verg�enza. "Pero te dar�n alg�n sobrenombre", insist�, y fue todav�a peor porque me pareci� que se iba a poner a llorar mientras yo le afeitaba los pocos pelitos que andaban por ah�. "�As� que no ten�s ning�n sobrenombre? Sos el nene solamente, claro." Termin� de afeitarlo y le hice una se�a para que se tapara, pero �l se adelant� y en un segundo estuvo cubierto hasta el pescuezo. "Pablo es un bonito nombre", le dije para consolarlo un poco; casi me daba pena verlo tan avergonzado, era la primera vez que me tocaba atender a un muchachito tan joven y tan t�mido, pero me segu�a fastidiando algo en �l que a lo mejor le ven�a de la madre, algo m�s fuerte que su edad y que no me gustaba, y hasta me molestaba que fuera tan bonito y tan bien hecho para sus a�os, un mocoso que ya deb�a creerse un hombre y que a la primera de cambio ser�a capaz de soltarme un piropo.

Me qued� con los ojos cerrados, era la �nica manera de escapar un poco de todo eso, pero no serv�a de nada porque justamente en ese momento agreg�: "�As� que no ten�s ning�n sobrenombre. Sos el nene solamente, claro", y yo hubiera querido morirme, o agarrarla por la garganta y ahogarla, y cuando abr� los ojos le vi el pelo casta�o casi pegado a mi cara porque se hab�a agachado para sacarme un resto de jab�n, y ol�a a shampoo de almendra como el que se pone la profesora de dibujo, o alg�n perfume de esos, y no supe qu� decir y lo �nico que se me ocurri� fue preguntarle: "�Usted se llama Cora, verdad?" Me mir� con aire burl�n, con esos ojos que ya me conoc�an y que me hab�an visto por todos lados, y dijo: "La se�orita Cora." Lo dijo para castigarme, lo s�, igual que antes hab�a dicho: "Ya sos un chico crecidito", nada m�s que para burlarse. Aunque me daba rabia tener la cara colorada, eso no lo puedo disimular nunca y es lo peor que me puede ocurrir, lo mismo me anim� a decirle: "Usted es tan joven que... Bueno, Cora es un nombre muy lindo." No era eso, lo que yo hab�a querido decirle era otra cosa y me parece que se dio cuenta y le molest�, ahora estoy seguro de que est� resentida por culpa de mam�, yo solamente quer�a decirle que era tan joven que me hubiera gustado poder llamarla Cora a secas, pero c�mo se lo iba a decir en ese momento cuando se hab�a enojado y ya se iba con la mesita de ruedas y yo ten�a unas ganas de llorar, esa es otra cosa que no puedo impedir, de golpe se me quiebra la voz y veo todo nublado, justo cuando necesitar�a estar m�s tranquilo para decir lo que pienso. Ella iba a salir pero al llegar a la puerta se qued� un momento como para ver si no se olvidaba de alguna cosa, y yo quer�a decirle lo que estaba pensando pero no encontraba las palabras y lo �nico que se me ocurri� fue mostrarle la taza con el jab�n, se hab�a sentado en la cama y despu�s de aclararse la voz dijo: "Se le olvida la taza con el jab�n", muy seriamente y con un tono de hombre grande. Volv� a buscar la taza y un poco para que se calmara le pas� la mano por la mejilla. "No te aflijas, Pablito", le dije. "Todo ir� bien, es una operaci�n de nada." Cuando lo toqu� ech� la cabeza atr�s como ofendido, y despu�s resbal� hasta esconder la boca en el borde de las frazadas. Desde ah�, ahogadamente, dijo: "Puedo llamarla Cora, �verdad?" Soy demasiado buena, casi me dio l�stima tanta verg�enza que buscaba desquitarse por otro lado, pero sab�a que no era el caso de ceder porque despu�s me resultar�a dif�cil dominarlo, y a un enfermo hay que dominarlo o es lo de siempre, los l�os de Mar�a Luisa en la pieza catorce o los retos del doctor De Luisi que tiene un olfato de perro para esas cosas. "Se�orita Cora", me dijo tomando la taza y y�ndose. Me dio una rabia, unas ganas de pegarle, de saltar de la cama y echarla a empujones, o de... Ni siquiera comprendo c�mo pude decirle: "Si yo estuviera sano a lo mejor me tratar�a de otra manera." Se hizo la que no o�a, ni siquiera dio vuelta la cabeza, y me qued� solo y sin ganas de leer, sin ganas de nada, en el fondo hubiera querido que me contestara enojada para poder pedirle disculpas porque en realidad no era lo que yo hab�a pensado decirle, ten�a la garganta tan cerrada que no se c�mo me hab�an salido las palabras, se lo hab�a dicho de pura rabia pero no era eso, o a lo mejor s� pero de otra manera.

Y s�, son siempre lo mismo, una los acaricia, les dice una frase amable, y ah� nom�s asoma el machito, no quieren convencerse de que todav�a son unos mocosos. Esto tengo que cont�rselo a Marcial, se va a divertir y cuando ma�ana lo vea en la mesa de operaciones le va a hacer todav�a m�s gracia, tan tiernito el pobre con esa carucha arrebolada, maldito calor que me sube por la piel, c�mo podr�a hacer para que no me pase eso, a lo mejor respirando hondo antes de hablar, que s� yo. Se debe haber ido furiosa, estoy seguro de que escuch� perfectamente, no s� c�mo le dije eso, yo creo que cuando le pregunt� si pod�a llamarla Cora no se enoj�, me dijo lo de se�orita porque es su obligaci�n pero no estaba enojada, la prueba es que vino y me acarici� la cara; pero no, eso fue antes, primero me acarici� y entonces yo le dije lo de Cora y lo ech� todo a perder. Ahora estamos peor que antes y no voy a poder dormir aunque me den un tubo de pastillas. La barriga me duele de a ratos, es raro pasarse la mano y sentirse tan liso, lo malo es que me vuelvo a acordar de todo y del perfume de almendras, la voz de Cora, tiene una voz muy grave para una chica tan joven y linda, una voz como de cantante de boleros, algo que acaricia aunque est� enojada. Cuando o� pasos en el corredor me acost� del todo y cerr� los ojos, no quer�a verla, no me importaba verla, mejor que me dejara en paz, sent� que entraba y que encend�a la luz del cielo raso, se hac�a el dormido como un angelito, con una mano tap�ndose la cara, y no abri� los ojos hasta que llegu� al lado de la cama. Cuando vio lo que tra�a se puso tan colorado que me volvi� a dar l�stima y un poco de risa, era demasiado idiota realmente. "A ver, m'hijito, b�jese el pantal�n y dese vuelta para el otro lado", y el pobre a punto de patalear como har�a con la mam� cuando ten�a cinco a�os, me imagino, a decir que no y a llorar y a meterse debajo de las cobijas y a chillar, pero el pobre no pod�a hacer nada de eso ahora, solamente se hab�a quedado mirando el irrigador y despu�s a m� que esperaba, y de golpe se dio vuelta y empez� a mover las manos debajo de las frazadas pero no atinaba a nada mientras yo colgaba el irrigador en la cabecera, tuve que bajarle las frazadas y ordenarle que levantara un poco el trasero para correrle mejor el pantal�n y deslizarle una toalla. "A ver, sub� un poco las piernas, as� est� bien, echate m�s de boca, te digo que te eches m�s de boca, as�." Tan callado que era casi como si gritara, por una parte me hac�a gracia estarle viendo el culito a mi joven admirador, pero de nuevo me daba un poco de l�stima por �l, era realmente como si lo estuviera castigando por lo que me hab�a dicho. "Avis� si est� muy caliente", le previne, pero no contest� nada, deb�a estar mordi�ndose un pu�o y yo no quer�a verle la cara y por eso me sent� al borde de la cama y esper� a que dijera algo, pero aunque era mucho l�quido lo aguant� sin una palabra hasta el final, y cuando termin� le dije, y eso s� se lo dije para cobrarme lo de antes: "As� me gusta, todo un hombrecito", y lo tap� mientras le recomendaba que aguantase lo m�s posible antes de ir al ba�o. "�Quer�s que te apague la luz o te la dejo hasta que te levantes?", me pregunt� desde la puerta. No s� c�mo alcanc� a decirle que era lo mismo, algo as�, y escuch� el ruido de la puerta al cerrarse y entonces me tap� la cabeza con las frazadas y qu� le iba a hacer, a pesar de los c�licos me mord� las dos manos y llor� tanto que nadie, nadie puede imaginarse lo que llor� mientras la maldec�a y la insultaba y le clavaba un cuchillo en el pecho cinco, diez, veinte veces, maldici�ndola cada vez y gozando de lo que sufr�a y de c�mo me suplicaba que la perdonase por lo que me hab�a hecho.

Es lo de siempre, che Su�rez, uno corta y abre, y en una de esas la gran sorpresa. Claro que a la edad del pibe tiene todas las chances a su favor, pero lo mismo le voy a hablar claro al padre, no sea cosa que en una de esas tengamos un l�o. Lo m�s probable es que haya una buena reacci�n, pero ah� hay algo que falla, pens� en lo que pas� al comienzo de la anestesia: parece mentira en un pibe de esa edad. Lo fui a ver a las dos horas y lo encontr� bastante bien si pens�s en lo que dur� la cosa. Cuando entr� el doctor De Luisi yo estaba sec�ndole la boca al pobre, no terminaba de vomitar y todav�a le duraba la anestesia pero el doctor lo auscult� lo mismo y me pidi� que no me moviera de su lado hasta que estuviera bien despierto. Los padres siguen en la otra pieza, la buena se�ora se ve que no est� acostumbrada a estas cosas, de golpe se le acabaron las paradas, y el viejo parece un trapo. Vamos, Pablito, vomit� si ten�s ganas y quejate todo lo que quieras, yo estoy aqu�, s�, claro que estoy aqu�, el pobre sigue dormido pero me agarra la mano como si se estuviera ahogando. Debe creer que soy la mam�, todos creen eso, es mon�tono. Vamos, Pablo, no te muevas as�, quieto que te va a doler m�s, no, dej� las manos tranquilas, ah� no te podes tocar. Al pobre le cuesta salir de la anestesia. Marcial me dijo que la operaci�n hab�a sido muy larga. Es raro, habr�n encontrado alguna complicaci�n: a veces el ap�ndice no est� tan a la vista, le voy a preguntar a Marcial esta noche. Pero s�, m'hijito, estoy aqu�, qu�jese todo lo que quiera pero no se mueva tanto, yo le voy a mojar los labios con este pedacito de hielo en una gasa, as� se le va pasando la sed. Si, querido, vomit� m�s, aliviate todo lo que quieras. Que fuerza ten�s en las manos, me vas a llenar de moretones, s�, s�, llor� si ten�s ganas, llor�, Pablito, eso alivia, llor� y quejate, total est�s tan dormido y cre�s que soy tu mam�. Sos bien bonito, sab�s, con esa nariz un poco respingada y esas pesta�as como cortinas, parec�s mayor ahora que est�s tan p�lido. Ya no te pondr�as colorado por nada, verdad, mi pobrecito. Me duele, mam�, me duele aqu�, dejame que me saque ese peso que me han puesto, tengo algo en la barriga que pesa tanto y me duele, mam�, decile a la enfermera que me saque eso. S�, m'hijito, ya se le va a pasar, qu�dese un poco quieto, por qu� tendr�s tanta fuerza, voy a tener que llamar a Mar�a Luisa para que me ayude. Vamos, Pablo, me enojo si no te est�s quieto, te va a doler mucho m�s si segu�s movi�ndote tanto. Ah, parece que empez�s a darte cuenta, me duele aqu�, se�orita Cora, me duele tanto aqu�, h�game algo por favor, me duele tanto aqu�, su�lteme las manos, no puedo m�s, se�orita Cora, no puedo m�s.

Menos mal que se ha dormido el pobre querido, la enfermera me vino a buscar a las dos y media y me dijo que me quedara un rato con �l que ya estaba mejor, pero lo veo tan p�lido, ha debido perder tanta sangre, menos mal que el doctor De Luisi dijo que todo hab�a salido bien. La enfermera estaba cansada de luchar con �l, yo no entiendo por qu� no me hizo entrar antes, en esta cl�nica son demasiado severos. Ya es casi de noche y el nene ha dormido todo el tiempo, se ve que est� agotado, pero me parece que tiene mejor cara, un poco de color. Todav�a se queja de a ratos pero ya no quiere tocarse el vendaje y respira tranquilo, creo que pasar� bastante buena noche. Como si yo no supiera lo que tengo que hacer, pero era inevitable; apenas se le pas� el primer susto a la buena se�ora le salieron otra vez los desplantes de patrona, por favor que al nene no le vaya a faltar nada por la noche, se�orita. Dec� que te tengo l�stima, vieja est�pida, si no ya ibas a ver c�mo te trataba. Las conozco a �stas, creen que con una buena propina el �ltimo d�a lo arreglan todo. Y a veces la propina ni siquiera es buena, pero para qu� seguir pensando, ya se mand� mudar y todo est� tranquilo. Marcial, quedate un poco, no ves que el chico duerme, contame lo que pas� esta ma�ana. Bueno, si est�s apurado lo dejamos para despu�s. No, mir� que puede entrar Mar�a Luisa, aqu� no, Marcial. Claro, el se�or se sale con la suya, ya te he dicho que no quiero que me beses cuando estoy trabajando, no est� bien. Parecer�a que no tenemos toda la noche para besarnos, tonto. And�te. V�yase le digo, o me enojo. Bobo, pajarraco. S�, querido, hasta luego. Claro que s�. Much�simo.

Est� muy oscuro pero es mejor, no tengo ni ganas de abrir los ojos. Casi no me duele, qu� bueno estar as� respirando despacio, sin esas n�useas. Todo est� tan callado, ahora me acuerdo que vi a mam�, me dijo no s� qu�, yo me sent�a tan mal. Al viejo lo mir� apenas, estaba a los pies de la cama y me gui�aba un ojo, el pobre siempre el mismo. Tengo un poco de fr�o, me gustar�a otra frazada. Se�orita Cora, me gustar�a otra frazada. Pero s� estaba ah�, apenas abr� los ojos la vi sentada al lado de la ventana leyendo un revista. Vino en seguida y me arrop�, casi no tuve que decirle nada porque se dio cuenta en seguida. Ahora me acuerdo, yo creo que esta tarde la confund�a con mam� y que ella me calmaba, o a lo mejor estuve so�ando. �Estuve so�ando, se�orita Cora? Usted me sujetaba las manos, �verdad? Yo dec�a tantas pavadas, pero es que me dol�a mucho, y las n�useas... Disc�lpeme, no debe ser nada lindo ser enfermera. S�, usted se r�e pero yo s�, a lo mejor la manch� y todo. Bueno, no hablar� m�s. Estoy tan bien as�, ya no tengo fr�o. No, no me duele mucho, un poquito solamente. �Es tarde, se�orita Cora? Sh, usted se queda calladito ahora, ya le he dicho que no puede hablar mucho, al�grese de que no le duela y qu�dese bien quieto. No, no es tarde, apenas las siete. Cierre los ojos y duerma. As�. Du�rmase ahora.

S�, yo querr�a pero no es tan f�cil. Por momentos me parece que me voy a dormir, pero de golpe la herida me pega un tir�n o todo me da vueltas en la cabeza, y tengo que abrir los ojos y mirarla, est� sentada al lado de la ventana y ha puesto la pantalla para leer sin que me moleste la luz. �Por qu� se quedar� aqu� todo el tiempo? Tiene un pelo precioso, le brilla cuando mueve la cabeza. Y es tan joven, pensar que hoy la confund� con mam�, es incre�ble. Vaya a saber qu� cosas le dije, se debe haber re�do otra vez de m�. Pero me pasaba hielo por la boca, eso me aliviaba tanto, ahora me acuerdo, me puso agua colonia en la frente y en el pelo, y me sujetaba las manos para que no me arrancara el vendaje. Ya no est� enojada conmigo, a lo mejor mam� le pidi� disculpas o algo as�, me miraba de otra manera cuando me dijo: "Cierre los ojos y du�rmase." Me gusta que me mire as�, parece mentira lo del primer d�a cuando me quit� los caramelos. Me gustar�a decirle que es tan linda, que no tengo nada contra ella, al contrario, que me gusta que sea ella la que me cuida de noche y no la enfermera chiquita. Me gustar�a que me pusiera otra vez agua colonia en el pelo. Me gustar�a que me pidiera perd�n, que me dijera que la puedo llamar Cora.

Se qued� dormido un buen rato, a las ocho calcul� que el doctor De Luisi no tardar�a y lo despert� para tomarle la temperatura. Ten�a mejor cara y le hab�a hecho bien dormir. Apenas vio el term�metro sac� una mano fuera de las cobijas, pero le dije que se estuviera quieto. No quer�a mirarlo en los ojos para que no sufriera pero lo mismo se puso colorado y empez� a decir que �l pod�a muy bien solo. No le hice caso, claro, pero estaba tan tenso el pobre que no me qued� m�s remedio que decirle: "Vamos, Pablo, ya sos un hombrecito, no te vas a poner as� cada vez, verdad?" Es lo de siempre, con esa debilidad no pudo contener las l�grimas; haci�ndome la que no me daba cuenta anot� la temperatura y me fui a prepararle la inyecci�n. Cuando volvi� yo me hab�a secado los ojos con la s�bana y ten�a tanta rabia contra m� mismo que hubiera dado cualquier cosa por poder hablar, decirle que no me importaba, que en realidad no me importaba pero que no lo pod�a impedir. "Esto no duele nada", me dijo con la jeringa en la mano. "Es para que duermas bien toda la noche." Me destap� y otra vez sent� que me sub�a la sangre a la cara, pero ella se sonri� un poco y empez� a frotarme el muslo con un algod�n mojado. "No duele nada", le dije porque algo ten�a que decirle, no pod�a ser que me quedara as� mientras ella me estaba mirando. "Ya ves", me dijo sacando la aguja y frot�ndome con el algod�n. "Ya ves que no duele nada. Nada te tiene que doler, Pablito." Me tap� y me pas� la mano por la cara. Yo cerr� los ojos y hubiera querido estar muerto, estar muerto y que ella me pasara la mano por la cara, llorando.

Nunca entend� mucho a Cora pero esta vez se fue a la otra banda. La verdad que no me importa si no entiendo a las mujeres, lo �nico que vale la pena es que lo quieran a uno. Si est�n nerviosas, si se hacen problema por cualquier macana, bueno nena, ya est�, deme un beso y se acab�. Se ve que todav�a es tiernita, va a pasar un buen rato antes de que aprenda a vivir en este oficio maldito, la pobre apareci� esta noche con una cara rara y me cost� media hora hacerle olvidar esas tonter�as. Todav�a no ha encontrado la manera de buscarle la vuelta a algunos enfermos, ya le pas� con la vieja del veintid�s pero yo cre�a que desde entonces habr�a aprendido un poco, y ahora este pibe le vuelve a dar dolores de cabeza. Estuvimos tomando mate en mi cuarto a eso de las dos de la ma�ana, despu�s fue a darle la inyecci�n y cuando volvi� estaba de mal humor, no quer�a saber nada conmigo. Le queda bien esa carucha de enojada, de tristona, de a poco se la fui cambiando, y al final se puso a re�r y me cont�, a esa hora me gusta tanto desvestirla y sentir que tiembla un poco como si tuviera fr�o. Debe ser muy tarde, Marcial. Ah, entonces puedo quedarme un rato todav�a, la otra inyecci�n le toca a las cinco y media, la galleguita no llega hasta las seis. Perdoname, Marcial, soy una boba, mir� que preocuparme tanto por ese mocoso, al fin y al cabo lo tengo dominado pero de a ratos me da l�stima, a esa edad son tan tontos, tan orgullosos, si pudiera le pedir�a al doctor Su�rez que me cambiara, hay dos operados en el segundo piso, gente grande, uno les pregunta tranquilamente si han ido de cuerpo, les alcanza la chata, los limpia si hace falta, todo eso charlando del tiempo o de la pol�tica, es un ir y venir de cosas naturales, cada uno est� en lo suyo, Marcial, no como aqu�, comprend�s. S�, claro que hay que hacerse a todo, cu�ntas veces me van a tocar chicos de esa edad, es una cuesti�n de t�cnica como dec�s vos. S�, querido, claro. Pero es que todo empez� mal por culpa de la madre, eso no se ha borrado, sab�s, desde el primer minuto hubo como un malentendido, y el chico tiene su orgullo y le duele, sobre todo que al principio no se daba cuenta de todo lo que iba a venir y quiso hacerse el grande, mirarme como si fueras vos, como un hombre. Ahora ya ni le puedo preguntar si quiere hacer pis, lo malo es que ser�a capaz de aguantarse toda la noche si yo me quedara en la pieza. Me da risa cuando me acuerdo, quer�a decir que s� y no se animaba, entonces me fastidi� tanta tonter�a y lo obligu� para que aprendiera a hacer pis sin moverse, bien tendido de espaldas. Siempre cierra los ojos en esos momentos pero es casi peor, est� a punto de llorar o de insultarme, est� entre las dos cosas y no puede, es tan chico, Marcial, y esa buena se�ora que lo ha de haber criado como un tilinguito, el nene de aqu� y el nene de all�, mucho sombrero y saco entallado pero en el fondo el beb� de siempre, el tesorito de mam�. Ah, y justamente le vengo a tocar yo, el alto voltaje como dec�s vos, cuando hubiera estado tan bien con Mar�a Luisa que es id�ntica a su t�a y que lo hubiera limpiado por todos lados sin que se le subieran los colores a la cara. No, la verdad, no tengo suerte, Marcial.

Estaba so�ando con la clase de franc�s cuando encendi� la luz del velador, lo primero que le veo es siempre el pelo, ser� porque se tiene que agachar para las inyecciones o lo que sea, el pelo cerca de mi cara, una vez me hizo cosquillas en la boca y huele tan bien, y siempre se sonr�e un poco cuando me est� frotando con el algod�n, me frot� un rato largo antes de pincharme y yo le miraba la mano tan segura que iba apretando de a poco la jeringa, el l�quido amarillo que entraba despacio, haci�ndome doler. "No, no me duele nada." Nunca le podr� decir: "No me duele nada, Cora." Y no le voy a decir se�orita Cora, no se lo voy a decir nunca. Le hablar� lo menos que pueda y no la pienso llamar se�orita Cora aunque me lo pida de rodillas. No, no me duele nada. No, gracias, me siento bien, voy a seguir durmiendo. Gracias.

Por suerte ya tiene de nuevo sus colores pero todav�a est� muy deca�do, apenas si pudo darme un beso, y a t�a Esther casi no la mir� y eso que le hab�a tra�do las revistas y una corbata preciosa para el d�a en que lo llevemos a casa. La enfermera de la ma�ana es un amor de mujer, tan humilde, con ella s� da gusto hablar, dice que el nene durmi� hasta las ocho y que bebi� un poco de leche, parece que ahora van a empezar a alimentarlo, tengo que decirle al doctor Su�rez que el cacao le hace mal, o a lo mejor su padre ya se lo dijo porque estuvieron hablando un rato. Si quiere salir un momento, se�ora, vamos a ver c�mo anda este hombre. Usted qu�dese, se�or Mor�n, es que a la mam� le puede hacer impresi�n tanto vendaje. Vamos a ver un poco, compa�ero. �Ah� duele? Claro, es natural. Y ah�, decime si ah� te duele o solamente est� sensible. Bueno, vamos muy bien, amiguito. Y as� cinco minutos, si me duele aqu�, si estoy sensible m�s ac�, y el viejo mir�ndome la barriga como si me la viera por primera vez. Es raro pero no me siento tranquilo hasta que se van, pobres viejos tan afligidos pero qu� le voy a hacer, me molestan, dicen siempre lo que no hay que decir, sobre todo mam�, y menos mal que la enfermera chiquita parece sorda y le aguanta todo con esa cara de esperar propina que tiene la pobre. Mir� que venir a jorobar con lo del cacao, ni que yo fuese un ni�o de pecho. Me dan unas ganas de dormir cinco d�as seguidos sin ver a nadie, sobre todo sin ver a Cora, y despertarme justo cuando me vengan a buscar para ir a casa. A lo mejor habr� que esperar unos d�as m�s, se�or Mor�n, ya sabr� por De Luisi que la operaci�n fue m�s complicada de lo previsto, a veces hay peque�as sorpresas. Claro que con la constituci�n de ese chico yo creo que no habr� problema, pero mejor d�gale a su se�ora que no va a ser cosa de una semana como se pens� al principio. Ah, claro, bueno, de eso usted hablar� con el administrador, son cosas internas. Ahora vos fijate si no es mala suerte, Marcial, anoche te lo anunci�, esto va a durar mucho m�s de lo que pens�bamos. S�, ya s� que no importa pero podr�as ser un poco m�s comprensivo, sab�s muy bien que no me hace feliz atender a ese chico, y a �l todav�a menos, pobrecito. No me mir�s as�, por qu� no le voy a tener l�stima. No me mir�s as�.

Nadie me prohibi� que leyera pero se me caen las revistas de la mano, y eso que tengo dos episodios por terminar y todo lo que me trajo t�a Esther. Me arde la cara, debo de tener fiebre o es que hace mucho calor en esta pieza, le voy a pedir a Cora que entorne un poco la ventana o que me saque una frazada. Quisiera dormir, es lo que m�s me gustar�a, que ella estuviese all� sentada leyendo una revista y yo durmiendo sin verla, sin saber que esta all�, pero ahora no se va a quedar m�s de noche, ya pas� lo peor y me dejar�n solo. De tres a cuatro creo que dorm� un rato, a las cinco justas vino con un remedio nuevo, unas gotas muy amargas. Siempre parece que se acaba de ba�ar y cambiar, est� tan fresca y huele a talco perfumado, a lavanda. "Este remedio es muy feo, ya s�", me dijo, y se sonre�a para animarme. "No, es un poco amargo, nada m�s", le dije. "�C�mo pasaste el d�a?", me pregunt�, sacudiendo el term�metro. Le dije que bien, que durmiendo, que el doctor Su�rez me hab�a encontrado mejor, que no me dol�a mucho. "Bueno, entonces pod�s trabajar un poco", me dijo d�ndome el term�metro. Yo no supe qu� contestarle y ella se fue a cerrar las persianas y arregl� los frascos en la mesita mientras yo me tomaba la temperatura. Hasta tuve tiempo de echarle un vistazo al term�metro antes de que viniera a buscarlo. "Pero tengo much�sima fiebre", me dijo como asustado. Era fatal, siempre ser� la misma est�pida, por evitarle el mal momento le doy el term�metro y naturalmente el muy chiquil�n no pierde tiempo en enterarse de que est� volando de fiebre. "Siempre es as� los primeros cuatro d�as, y adem�s nadie te mand� que miraras", le dije, m�s furiosa contra m� que contra �l. Le pregunt� si hab�a movido el vientre y me dijo que no. Le sudaba la cara, se la sequ� y le puse un poco de agua colonia; hab�a cerrado los ojos antes de contestarme y no los abri� mientras yo lo peinaba un poco para que no le molestara el pelo en la frente. Treinta y nueve nueve era mucha fiebre, realmente. "Trat� de dormir un rato", le dije, calculando a qu� hora podr�a avisarle al doctor Su�rez. Sin abrir los ojos hizo un gesto como de fastidio, y articulando cada palabra me dijo: "Usted es mala conmigo, Cora." No atin� a contestarle nada, me qued� a su lado hasta que abri� los ojos y me mir� con toda su fiebre y toda su tristeza. Casi sin darme cuenta estir� la mano y quise hacerle una caricia en la frente, pero me rechaz� de un manot�n y algo debi� tironearle en la herida porque se crisp� de dolor. Antes de que pudiera reaccionar me dijo en voz muy baja: "Usted no ser�a as� conmigo si me hubiera conocido en otra parte." Estuve al borde de soltar una carcajada, pero era tan rid�culo que me dijera eso mientras se le llenaban los ojos de l�grimas que me pas� lo de siempre, me dio rabia y casi miedo, me sent� de golpe como desamparada delante de ese chiquil�n pretencioso. Consegu� dominarme (eso se lo debo a Marcial, me ha ense�ado a controlarme y cada vez lo hago mejor), y me enderec� como si no hubiera sucedido nada, puse la toalla en la percha y tap� el frasco de agua colonia. En fin, ahora sab�amos a qu� atenernos, en el fondo era mucho mejor as�. Enfermera, enfermo, y pare de contar. Que el agua colonia se la pusiera la madre, yo ten�a otras cosas que hacerle y se las har�a sin m�s contemplaciones. No s� por qu� me qued� m�s de lo necesario. Marcial me dijo cuando se lo cont� que hab�a querido darle la oportunidad de disculparse, de pedir perd�n. No s�, a lo mejor fue eso o algo distinto, a lo mejor me qued� para que siguiera insult�ndome, para ver hasta d�nde era capaz de llegar. Pero segu�a con los ojos cerrados y el sudor le empapaba la frente y las mejillas, era como si me hubiera metido en agua hirviendo, ve�a manchas violeta y rojas cuando apretaba los ojos para no mirarla sabiendo que todav�a estaba all�, y hubiera dado cualquier cosa para que se agachara y volviera a secarme la frente como si yo no le hubiera dicho eso, pero ya era imposible, se iba a ir sin hacer nada, sin decirme nada, y yo abrir�a los ojos y encontrar�a la noche, el velador, la pieza vac�a, un poco de perfume todav�a, y me repetir�a diez veces, cien veces, que hab�a hecho bien en decirle lo que le hab�a dicho, para que aprendiera, para que no me tratara como a un chico, para que me dejara en paz, para que no se fuera.

Empiezan siempre a la misma hora, entre seis y siete de la ma�ana, debe ser una pareja que anida en las cornisas del patio, un palomo que arrulla y la paloma que le contesta, al rato se cansan, se lo dije a la enfermera chiquita que viene a lavarme y a darme el desayuno, se encogi� de hombros y dijo que ya otros enfermos se hab�an quejado de las palomas pero que el director no quer�a que las echaran. Ya ni s� cu�nto hace que las oigo, las primeras ma�anas estaba demasiado dormido o dolorido para fijarme, pero desde hace tres d�as escucho a las palomas y me entristecen, quisiera estar en casa oyendo ladrar a Milord, oyendo a t�a Esther que a esta hora se levanta para ir a misa. Maldita fiebre que no quiere bajar, me van a tener aqu� hasta qui�n sabe cu�ndo, se lo voy a preguntar al doctor Su�rez esta misma ma�ana, al fin y al cabo podr�a estar lo m�s bien en casa. Mire, se�or Mor�n, quiero ser franco con usted, el cuadro no es nada sencillo. No, se�orita Cora, prefiero que usted siga atendiendo a ese enfermo, y le voy a decir por qu�. Pero entonces. Marcial... Ven�, te voy a hacer un caf� bien fuerte, mir� que sos potrilla todav�a, parece mentira. Escuch�, vieja, he estado hablando con el doctor Su�rez, y parece que el pibe...

Por suerte despu�s se callan, a lo mejor se van volando por ah�, por toda la ciudad, tienen suerte las palomas. Qu� ma�ana interminable, me alegr� cuando se fueron los viejos, ahora les da por venir m�s seguido desde que tengo tanta fiebre. Bueno, si me tengo que quedar cuatro o cinco d�as m�s aqu�, qu� importa. En casa ser�a mejor, claro, pero lo mismo tendr�a fiebre y me sentir�a tan mal de a ratos. Pensar que no puedo ni mirar una revista, es una debilidad como si no me quedara sangre. Pero todo es por la fiebre, me lo dijo anoche el doctor De Luisi y el doctor Su�rez me lo repiti� esta ma�ana, ellos saben. Duermo mucho pero lo mismo es como si no pasara el tiempo, siempre es antes de las tres como si a m� me importaran las tres o las cinco. Al contrario, a las tres se va la enfermera chiquita y es una l�stima porque con ella estoy tan bien. Si me pudiera dormir de un tir�n hasta la medianoche ser�a mucho mejor. Pablo, soy yo, la se�orita Cora. Tu enfermera de la noche que te hace doler con las inyecciones. Ya s� que no te duele, tonto, es una broma. Segu� durmiendo si quer�s, ya est�. Me dijo: "Gracias" sin abrir los ojos, pero hubiera podido abrirlos, s� que con la galleguita estuvo charlando a mediod�a aunque le han prohibido que hable mucho. Antes de salir me di vuelta de golpe y me estaba mirando, sent� que todo el tiempo me hab�a estado mirando de espaldas. Volv� y me sent� al lado de la cama, le tom� el pulso, le arregl� las s�banas que arrugaba con sus manos de fiebre. Me miraba el pelo, despu�s bajaba la vista y evitaba mis ojos. Fui a buscar lo necesario para prepararlo y me dej� hacer sin una palabra, con los ojos fijos en la ventana, ignor�ndome. Vendr�an a buscarlo a las cinco y media en punto, todav�a le quedaba un rato para dormir, los padres esperaban en la planta baja porque le hubiera hecho impresi�n verlos a esa hora. El doctor Su�rez iba a venir un rato antes para explicarle que ten�an que completar la operaci�n, cualquier cosa que no lo inquietara demasiado. Pero en cambio mandaron a Marcial, me tom� de sorpresa verlo entrar as� pero me hizo una se�a para que no me moviera y se qued� a los pies de la cama leyendo la hoja de temperatura hasta que Pablo se acostumbrara a su presencia. Le empez� a hablar un poco en broma, arm� la conversaci�n como �l sabe hacerlo, el fr�o en la calle, lo bien que se estaba en ese cuarto, �l lo miraba sin decir nada, como esperando, mientras yo me sent�a tan rara, hubiera querido que Marcial se fuera y me dejara sola con �l, yo hubiera podido dec�rselo mejor que nadie, aunque quiz� no, probablemente no. Pero si ya lo s�, doctor, me van a operar de nuevo, usted es el que me dio la anestesia la otra vez, y bueno, mejor eso que seguir en esta cama y con esta fiebre. Yo sab�a que al final tendr�an que hacer algo, por qu� me duele tanto desde ayer, un dolor diferente, desde m�s adentro. Y usted, ah� sentada, no ponga esa cara, no se sonr�a como si me viniera a invitar al cine. V�yase con �l y b�selo en el pasillo, tan dormido no estaba la otra tarde cuando usted se enoj� con �l porque la hab�a besado aqu�. V�yanse los dos, d�jenme dormir, durmiendo no me duele tanto.

Y bueno, pibe, ahora vamos a liquidar este asunto de una vez por todas, hasta cu�ndo nos vas a estar ocupando una cama, che. Cont� despacito, uno, dos, tres. As� va bien, vos segu� contando y dentro de una semana est�s comiendo un bife jugoso en casa. Un cuarto de hora a gatas, nena, y vuelta a coser. Hab�a que verle la cara a De Luisi, uno no se acostumbra nunca del todo a estas cosas. Mir�, aprovech� para pedirle a Su�rez que te relevaran como vos quer�as, le dije que est�s muy cansada con un caso tan grave; a lo mejor te pasan al segundo piso si vos tambi�n le habl�s. Est� bien, hac� como quieras, tanto quejarte la otra noche y ahora te sale la samaritana. No te enoj�s conmigo, lo hice por vos. S�, claro que lo hizo por m� pero perdi� el tiempo, me voy a quedar con �l esta noche y todas las noches. Empez� a despertarse a las ocho y med�a, los padres se fueron en seguida porque era mejor que no los viera con la cara que ten�an los pobres, y cuando lleg� el doctor Su�rez me pregunt� en voz baja si quer�a que me relevara Mar�a Luisa, pero le hice una se�a de que me quedaba y se fue. Mar�a Luisa me acompa�� un rato porque tuvimos que sujetarlo y calmarlo, despu�s se tranquiliz� de golpe y casi no tuvo v�mitos; est� tan d�bil que se volvi� a dormir sin quejarse mucho hasta las diez. Son las palomas, vas a ver, mam�, ya est�n arrullando como todas las ma�anas, no s� por qu� no las echan, que se vuelen a otro �rbol. Dame la mano, mam�, tengo tanto fr�o. Ah, entonces estuve so�ando, me parec�a que ya era de ma�ana y que estaban las palomas. Perd�neme, la confund� con mam�. Otra vez desviaba la mirada, se volv�a a su encono, otra vez me echaba a m� toda la culpa. Lo atend� como si no me diera cuenta de que segu�a enojado, me sent� junto a �l y le moj� los labios con hielo. Cuando me mir�, despu�s que le puse agua colonia en las manos y la frente, me acerqu� m�s y le sonre�. "Llamame Cora", le dije. "Yo s� que no nos entendimos al principio, pero vamos a ser tan buenos amigos, Pablo." Me miraba callado. "Decime: S�, Cora." Me miraba, siempre. "Se�orita Cora", dijo despu�s, y cerr� los ojos. "No, Pablo, no", le ped�, bes�ndolo en la mejilla, muy cerca de la boca. "Yo voy a ser Cora para vos, solamente para vos." Tuve que echarme atr�s, pero lo mismo me salpic� la cara. Lo sequ�, le sostuve la cabeza para que se enjuagara la boca, lo volv� a besar habl�ndole al o�do. "Disc�lpeme", dijo con un hilo de voz, "no lo pude contener". Le dije que no fuera tonto, que para eso estaba yo cuid�ndolo, que vomitara todo lo que quisiera para aliviarse. "Me gustar�a que viniera mam�", me dijo, mirando a otro lado con los ojos vac�os. Todav�a le acarici� un poco el pelo, le arregl� las frazadas esperando que me dijera algo, pero estaba muy lejos y sent� que lo hac�a sufrir todav�a m�s si me quedaba. En la puerta me volv� y esper�; ten�a los ojos muy abiertos, fijos en el cielo raso. "Pablito", le dije. "Por favor, Pablito. Por favor, querido." Volv� hasta la cama, me agach� para besarlo; ol�a a fr�o, detr�s del agua colonia estaba el v�mito, la anestesia. Si me quedo un segundo m�s me pongo a llorar delante de �l, por �l. Lo bes� otra vez y sal� corriendo, baj� a buscar a la madre y a Mar�a Luisa; no quer�a volver mientras la madre estuviera all�, por lo menos esa noche no quer�a volver y despu�s sab�a demasiado bien que no tendr�a ninguna necesidad de volver a ese cuarto, que Marcial y Mar�a Luisa se ocupar�an de todo hasta que el cuarto quedara otra vez libre.

FIN

 

 

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