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11:57 a.m. - 2006-10-05 Bueno, encontr� en la revista Argos, de la Universidad de Guadalajara un art�culo del profesor Fernando Carlos Vevia Romero, que realmente me gust� mucho. Espero que a ti tambi�n.
Luego result� que es mucho peor hablar. Decir, decir, decir. Mover la lengua, los pulmones, las cuerdas vocales... Sentir la se�al roja que se prende en el cerebro y advierte:" �Atenci�n! �Exceso de estupideces!". Hablar de la realidad del mundo que desconozco; de la realidad de los libros que desconozco, de la realidad de los seres humanos que desconozco. Refugio en el silencio para disminuir el n�mero de sandeces dichas por minuto. Con chips implantados en el cerebro desde el nacimiento. La ciencia-ficci�n nos imagina como monstruos del futuro y no se da cuenta de que desde siempre hemos tenido los chips implantados en el cerebro. Para decir lo que unos pocos piensan, para ser feroces, fan�ticos, intransigentes. Como buenos robots-esclavos-animales bien-domados. Como hormigas disciplinadas, tocar las antenitas de la otra hormiguita, para que circule la informaci�n grabada, repetida hasta el infinito. La informaci�n que no altera el costos�simo orden del reba�o. �Ha le�do usted el �ltimo libro de Fulanorty? Y usted, �no sabe hablar sin preguntar si he le�do un libro? Digiera usted el libro y luego me lo platica cuando las ideas ya sean suyas; cuando haya aprendido a defenderlas o al menos a mantenerlas. No me arroje a la cabeza la autoridad de otros. As� no podemos conversar. Mantener abierto el canal de comunicaci�n no es conversar. Es cosa muy buena, pero todav�a no llega a conversaci�n. �Qu� es, pues, la conversaci�n? �C�mo es que tengo nostalgia de la conversaci�n si no s� lo que es? Estar a gusto con otro cerebro, eso es lo primero. Que todos los signos informen: s�, amistad, bueno, no-peligro, no-ataque, no-trampas. Despu�s, que fluya ese -Yo- que yo no conozco. �Aqu� est� el cordero con su madre! como dec�a uno de esos alteradores de refranes, que nos alegran la vida (los alteradores, no los refranes). Quer�a decir "�ah� est� la madre del cordero!", es decir: el punto dif�cil, el punto peligroso, el que explica todas las dificultades. La dificultad para conversar con los otros, no son los otros, soy yo. (�Piensa en eso, Schopenhauer!). Eso de "estar a gusto con otro cerebro es una pedanter�a insoportable" del autor de estas l�neas. Nadie est� a gusto con otro cerebro. Se est� a gusto con otra persona que, en primer lugar, es cuerpo y, los cuerpos agradables suelen favorecer (no siempre) las conversaciones. Ese -Yo- del que las poetisas y los poetas sacan cosas tan bellas, tan bellamente dolorosas, tan dolorosamente bellas (Cada una y cada uno de su respectivo -Yo-, por supuesto). �C�mo puedo no sacar nada de mi -Yo-? �Por qu� es un cardo borriquero, es decir un cardo del campo, que se comen los borricos a pesar de las espinas? �Por qu� ese silencio tan hueco, tan vac�o, tan apagado, tan hostil? �Qui�n puede conversar con ese -Yo-? Sea usted realista, estimado autor de estas l�neas. Psicoanalicemos pues, al -Yo- de este autor. �Cu�l es su imagen de una buena conversaci�n? Pues estar sentado (prohibida la flojera, hay que hacer ejercicio) con los amigos, con una humeante taza de caf� (prohibido el caf�, porque produce insomnio), pasando agradablemente el tiempo (prohibido perder el tiempo, �hay tantas cosas que hacer!) ...Interrumpe el analista: "con tantas prohibiciones de su Super-Yo, no va usted a ninguna parte". La conclusi�n es que psicoanalizar es mucho peor, porque a la conciencia de todas las miserias que uno ya tiene de por s�, se a�aden los nombres t�cnicos y las rega�adas puestas por el psicoanalista. S�crates conversaba muy bien, seg�n parece. Nunca me he cansado de leer sus conversaciones. Era un genio de la conversaci�n, pero no un modelo. Si me acuerdo veinte minutos m�s tarde del dato que le quer�a comentar a mi interlocutor. As� no se puede. S�crates estaba siempre en acto. Puedes estar en desacuerdo; sientes que as� es, pero no vienen las palabras y las ideas que pod�an dar seguimiento a la conversaci�n. El placer que produce la lectura de los escritores griegos antiguos se refuerza, porque est�n antes de todas nuestras pol�micas, antes del "paquete" enorme de la moral occidental, antes del marxismo, antes del capitalismo, antes de Freud, antes de los doctorados en educaci�n... Hablaban de lo que quer�an y como les daba la gana. Y la gana de muchos de ellos, era una gana muy sana. De gente alegre con la vida y todo eso. Nostalgia de la conversaci�n. Es lo que dije. No quer�a demostrar nada, ni probar nada, ni criticar a nadie. S�lo quer�a decir que tengo nostalgia de la conversaci�n.
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