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1:46 p.m. - 2006-02-27 Tantos a�os ah� sentada, la cadera y las piernas acumuladas de cama pordoquier. En la silla, yo esperando, que movieras con tus nubes los espejos, que el techo en su horizonte levantara manos para pa�os. As� alzas tu oxidado corcel, renovado en sus empastadas persianas. La pel�cula no es gris, ni el flashback es anzuelo atraememorias. Has olvidado el pendiente atornillado a tu oreja, no recuerdas las tardes en que los cactus florec�an rosas y los lirios invad�an flacos carriles. Tefl�n purp�reo de esperar la repetici�n de la vida. Y sin embargo respiras. Tus callos no resisten las piedras, encanan los suplicios matinales de cuadernos narradores. A�n as�, encuentras la gram�tica que abrigue tus modos. Me hablas euf�nicamente y mis o�dos reto�an expulsando acentuaciones esdr�julas. La segunda persona recobra sue�os y yo, noctambulo, del verbo noctambular. Me har� feliz en mis recuerdos, futuras promesas de sultanes que atraviesan desiertos. Contar� a mis nietos los d�tiles y dunas que tuve que cortar, los d�as que permaneciste tendida en mi cama, despertando comas en su punto.
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