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11:12 p.m. - 2004-01-27
�Qui�n es Pierre Teilhard de Chardin...? (estoy buscando...)
PREFACIO

Este libro tiene una larga historia. Empez� con la lectura del trabajo del paleont�logo y fil�sofo jesuita Pierre Teilhard de Chardin y la comprensi�n de que existe una discrepancia perturbadora entre el pensamiento de Teilhard de Chardin y lo que sus sucesores cient�ficos piensan, sin que esto necesariamente se deba a que existen muchas imprevisiones en el trabajo cient�fico de Teilhard de Chardin. Hay algo extremadamente estimulante en nuestro clima intelectual. Nunca en la historia de nuestra especie han habido tantas respuestas a lo que usualmente se considera como las preguntas eternas; nunca hab�amos tenido tantas teor�as coherentes que explican cada fen�meno que era misterioso a�n hace cien a�os. Estamos entendiendo el cerebro; hemos hecho tremendas incursiones en la memoria, el m�s misterioso de los regalos. Tenemos una cierta idea del cosmos que dej� perplejos a nuestros antepasados, de su origen, su composici�n y su tama�o. Sabemos de d�nde venimos y c�mo hemos llegado a lo que somos. Conocemos tambi�n los m�s profundos secretos de la materia y el �tomo. Y con todo, pese a lo estimulante de todo este conocimiento, nunca en nuestra historia ha habido tal sentimiento de desaliento en los c�rculos intelectuales. Como los juerguistas de uno de esos banquetes llenos de excesos que encontramos en la descripci�n de los historiadores romanos, los pensadores actuales parecen aburridos, saciados: nada parece motivarlos. Como si tuvieran demasiada estimulaci�n. Y, con tantas respuestas, parece que nunca ha habido tal desecho de teor�as.

Somos prisioneros de las circunstancias hist�ricas. La cr�tica sobre el conocimiento y el pensamiento que tom� sus ra�ces del trabajo de Nietzsche, creci� y se volvi� perentoria despu�s de la Segunda Guerra mundial, sucedi� porque algunos pensadores creyeron que buena parte de nuestro porvenir intelectual como cultura y como especie hab�a sido maltratada en la ret�rica del fascismo y el nazismo. Despu�s de Hitler y de Stalin, despu�s de Hiroshima y del Holocausto, cada tentativa humana parec�a sospechosa. Despu�s de los genocidios, de las carencias y de las represiones, es dif�cil creer en nuestra noble naturaleza. Aun la ciencia, esa enrarecida rama del esfuerzo humano, se mostr� a s� misma m�s que c�mplice de las atrocidades de nuestra pasada centuria. Los proyectiles que devastaron poblaciones enteras, los productos qu�micos que envenenan el planeta entero, etc., no son m�s que sus propios trabajos pr�cticos.

La cr�tica del conocimiento que nos ha cuestionado nuestra centralidad y la centralidad de la inteligencia no es, en otras palabras, sino precisa y necesaria. Sin embargo, despu�s de cuarenta a�os -Pensamos- se ha salido de cauce. Nos parece que aquellos pensadores que se enfocaron en destacar nuestro etnocentrismo, o la falsa autoconfianza que deriva de nuestra racionalidad, o lo que descansa detr�s de nuestros grandiosos prop�sitos pol�ticos, ya no est� siguiendo la intenci�n de una cr�tica, sino que actualmente sigue sus propios motivos; la cr�tica est� tan vac�a y m�s vana que el honor del mundo que trata de destruir.

Para nosotros, buena parte del rechazo que Teilhard de Chardin ha sufrido, surge del hecho de que �l no est� au courant, por as� decirlo. Su pensamiento no s�lo no sigui� lo que ha llegado a ser una visi�n del mundo cada vez m�s nihilista sino que se estableci� para negar �sta. Teilhard de Chardin, a diferencia de otros pensadores del siglo xx, nos recuerda que estamos aqu� con un prop�sito, nos recuerda que el universo y la vida no son ni in�tiles ni accidentales, nos recuerda que el pensamiento y el intelecto son centrales. Algunos piensan que su visi�n es ingenua. Nada m�s lejos de la verdad. �l est� consciente, como lo est� Nietzsche, de lo vago que subyace nuestro discurso, est� consciente como ning�n cient�fico de los muchos hechos que contradicen nuestra centralidad. A diferencia de la mayor�a de los pensadores y cient�ficos, �l dio ese paso extra y en lugar de se�alar lo obvio, se aline� con la gran tradici�n sint�tica del siglo XIX intent� hacer frente a nuestra posici�n real, no central, en el cosmos, nuestra mayor debilidad. �l logr� lo anterior porque detr�s de su mente filos�fica ten�a un respaldo cient�fico. La ciencia, en otras palabras, le dio la respuesta. La ciencia le permiti� entender que si vamos a restablecer un prop�sito para nuestras vidas, si vamos, como especie, a pensar en metas y teleolog�as, entonces tenemos que entendernos a nosotros mismos como componentes de una mayor y m�s trascendente entidad.

Teilhard de Chardin no s�lo suministr� un sistema coherente, una l�cida visi�n y la soluci�n a problemas filos�ficos y cient�ficos que su misma visi�n impuso, sino que nos la regres� con todos los datos cient�ficos disponibles en ese momento. Sus datos fueron precisos y permanecen correctos.

En realidad, es sorprendente lo acertado que fue al seleccionar sus datos. Muy poco de lo que argument� ha quedado obsoleto. Sin embargo, �l ha sido rehuido en los c�rculos cient�ficos. El principal prop�sito de este libro es tratar de convencer, tanto a cient�ficos como a pensadores, de que Teilhard de Chardin tiene una importante y s�lida visi�n que debe ser reconsiderada. El libro, no obstante, no pretende ser un tratado de conocimiento cient�fico. Los expertos sabr�n que para el momento en que determinada informaci�n se llev� a estas p�ginas, eran ya viejas noticias. Libros de ciencia, de divulgaci�n, revistas especializadas, art�culos period�sticos e Internet fueron las v�as para llegar al filo de la informaci�n cient�fica. Este libro intenta usar lo que ahora se conoce mucho m�s como "dogma" en la comunidad cient�fica y mostrar c�mo esto se compara con las ideas de Teilhard de Chardin; intenta demostrar que estas ideas son m�s v�lidas y actuales hoy que cuando fueron escritas por primera vez hace m�s de medio siglo. M�s all�, le pide al lector que vea c�mo las ideas de Teilhard de Chardin no son solamente actuales, sino realmente vitales para nuestro futuro. Nadie, cient�fico o fil�sofo, ha ofrecido tan vasta perspectiva en su trabajo. Si nada m�s esto fuera, Teilhard de Chardin nos recuerda que, como humanos, podemos elegir, que pese a lo que digan las filosof�as nihilistas de nuestros d�as, nuestras elecciones pueden ser correctas o equivocadas y tienen efectos m�s all� de nuestro c�rculo inmediato, m�s all� de nuestras cortas vidas. Teilhard de Chardin nos recuerda que somos parte de algo m�s grande y menos fugaz que nosotros mismos.

Para refrescar el trabajo de Teilhard de Chardin hemos hecho lo siguiente: intentamos explicar lo m�s claramente posible las tres principales ramas del conocimiento cient�fico. A continuaci�n hemos tratado de mostrar c�mo estas ramas y sus descubrimientos pueden ser entendidos siguiendo el trabajo de Teilhard de Chardin, y c�mo mediante �l se llega a que no sean solamente unas jergas sin inter�s, sino un tema relevante que puede iluminar nuestra existencia. El libro, sin embargo, no ser� de f�cil lectura. Es afortunado por una parte y desafortunado por otra, que si uno intenta sintetizar cualquier clase de pensamiento cient�fico, los escritos tienen que llevar el paso de cada disciplina. En el libro hay referencias a los m�s grandes cient�ficos y artistas. Hemos tratado de llenar la mayor cantidad de huecos posibles. Finalmente nos hemos acogido a la creencia de que a los lectores no se les debe dar todo masticado siempre. As� que si hay una referencia a Haydn y el lector no est� familiarizado ni con Haydn ni con la pieza que se discute, o si encuentra una referencia a un fil�sofo del que nunca ha o�do, entonces le rogamos al lector que no solamente nos crea, sino que haga lo que siempre han hecho los buenos lectores: que vaya y busque. Que escuche a Haydn, que lea al fil�sofo. Si por algo, la obra de Teilhard de Chardin ha sido afectada porque sus detractores no comparten su punto de vista o el nuestro sobre la lectura y los lectores. Teilhard de Chardin crey� en el lector activo y reactivo, en un inteligente y desafiante pensador que confrontara su pensamiento. Nosotros dif�cilmente cumplimos su desaf�o, pero con este libro esperamos haber, por lo menos, igualado su deseo.

Tomado de:El Universo Sensible libro de Guillermo Aguledo y Juan Sebasti�n Agudelo

 

 

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