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10:22 p.m. - 2004-03-07
�Que calor...!
�El d�a de hoy ha sido el d�a m�s caluroso/caliente/c�lido del a�o! Y estoy seguro de que a�n falta m�s.

En la ma�ana hace fr�o. En la noche calor. Los hielos glaciares del sur se est�n derritiendo. El sol cala en la frente m�s de lo debido... y un cuento sical�ptico aparece surcando flamas y ondas tropicales:

OTRA CARNE
Arsenio Rodr�guez Quintana

Fina dorm�a desnuda despu�s que ambas hab�amos limpiado el albergue, su desnudez la hac�a m�s inocente envuelta en el silencio y la calma. Aquel reposo est�tico anterior a la comida formaba parte de la atracci�n diaria que generaba su cuerpo al saber que su costumbre era desnudarlo bajo las s�banas.

El sue�o va acompa�ado de esos jirones leves e inconscientes, cuando se adormece la carne que va entre la carne. Este modesto trastorno de posiciones y la corta longitud de pliegues de s�ba nas que ten�a sobre el pecho y el cuello hizo que un seno saliera sin pudor bajo la tela. Esto tiene que haber ocurrido otras veces porque apareci� sin timidez en su naturaleza.

Las pasiones son bellas en tanto que permanecen inconfesables y malditas. Yo intentaba concentrarme en la lectura pero los matices bronceados del pecho y el cuello formaban un contraste notable con la democracia p�lida de aquel seno ondulado y pasivo. Nunca hab�a podido observar con tanto detenimiento un seno. Su seno marginado y sublime reproduc�a su rostro en m�rmol y sin p�rpados, daba una idea exacta de la esbeltez de sus nalgas tapadas, risue�as y tranquilas en su respiraci�n. Su pez�n reposaba sobre su c�rculo con el sost�n que genera el equilibrio de esa carne d�bil capacitada s�lo para el tacto h�medo de la lengua. Entre la aureola carmelitosa del pez�n y las l�neas de su masa adiposa, se cierra parte de su magia como la del caracol sobre su o�do. No deseaba tocarlo, ser�a un crimen desdibujar con una caricia la forma de algo que ha condicionado toda una cultura contemplativa con el car�cter de sernos necesaria, �til por el placer que representa. No mir� con odio ni recelo, no deseaba competir, competir entre mujeres es ser tonta heredera de Safo. Hab�a algo perdurable en su seno que lo hac�a alcanzar su eternidad. Es como estar en el seno de Dios. Su belleza sobrevive ahora bajo cualquier blusa sin sost�n y no s� la raz�n, este resto de fe no est� en mi poder.

El cuento forma parte del libro La Ca�da y Otros Deseos, Abril, 2000. Tomado de:Fictica Comunidad Literaria (Hotel, Templo de amor virtuoso...)

�Que calor!

 

 

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