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9:26 p.m. - 2004-03-20 Ayer mientras veía La Pasión de Cristo surgió eso pero más difícil. Porque lo más fácil era llorar, como muchos de los ahí presentes. Lamentarme de ese gran dolor. Lamentarme y excusarme. Lamentarme y huir de ese encierro. Pero no. ¿Por qué? Porque es mucho más grande, profundo e históricamente más importante que eso. Fue el día que el amor ganó. A tus miedos, a tu ira, a la venganza, a la muerte. Y sin embargo también dudo. ...Yo no sé diría Vallejo. El dolor está presente (pasado y futuro) en tu vida y la mía, en el mundo. Ningún pueblo tiene el futuro resuelto o escrito en la dicha o felicidad. Sí, necesitamos razonar. Las salidas/respuestas/escapes fáciles no te llevan a eso, los pasajes sublimes del alma. Entonces eliges el otro, el que no conoces, el que no está escrito. Prejuicios e instintos de conservación son desechados, aún con los consecuentes espamos. Podemos resolverlo, poco a poco. El dolor continuará pero la carga será menos pesada. Con música, con libros, con sinceras palmadas en la espalda. La evasión y el escape sólo alargan gastadas flagelaciones. Y escucho palabras pronunciadas por las personas. Y escucho melodías expresadas por los instrumentos. Yo también habito bajo este techo donde la libertad del espíritu me obliga a decir cosas no nuevas, mas no asimiladas. Justicia. Educación. Igualdad. Razón. Tal vez no deba apasionarme tanto sino hasta lo debido. Quién sabe hasta dónde llegan estos límites. Tal vez ni si quiera debería escribir esto. Tendría que preguntarle a cada persona si cambiaría su vida. Si por lo menos se atrevería a cuestionar los hechos de su vida y su ambiente. Yo no soy ningún ente mágico. Yo sólo veo lo mismo que tú. Y veo sólo fragmentos. Si somos más nos complementamos y vemos mejor. La percepción cambia y etcétera. Y con llorar no basta.
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