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6:54 p.m. - 2009-09-04 Tocar el tema de la angustia así tan secamente no es cosa fácil. Después de leer el blog de Noelle me puse a reflexionar un poco más sobre esto. Yo llego aquí con sentencias que he ido elaborando, pero que no voy a argumentar por el momento. Por un principio creo que meditar profundamente sobre la angustia es ya una enfermedad en sí. Y por favor, que se note que subrayo la palabra profundamente. No obstante, hay que conocerla. Deliberarla. Pero no quiero sonar profesor, si en estas cosas soy un simple novato. No en la angustia, sino en el acto de escribir sobre ella. En el siglo XX y el comienzo de XXI no se ha parado de pintar, filmar, cantar, esculpir o ensayar sobre ella. Pero, ¿podemos considerar la angustia como un mal? ¿Todas estas obras con finales terribles pueden construir algún bien? La victoria de la angustia a mi parecer, sería llegar a una conclusión. Desde el ascendente impulso de la Ciencia en el XVII, la angustia ha repuntado también en todas las esferas humanas. La luz que la verdad científica expandía de manera colosal, iluminando rincones del espíritu humano hastante entonces nunca vistos. La realidad fue -nuevamente- vista desde otra perspectiva. Una perspectiva que se volvió unilateral, al igual que su predecesora: la Edad Media. Sin embargo, con mecanismos muy distintos para encontrar la verdad. Nuestra civilización ha progresado de tal modo que se nos presentan las bondandes del presente a nuestro alcance, aparentemente.
¿Cómo mantener el corazón abierto, joven, amoroso, sin caer en la ingenuidad o la ceguera? ¿De qué manera nuestras vidas pueden poner alto a males generalizados? ¿Cómo? Conociendo el mal a través de la literatura y saber hacerle frente al abismo.
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