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11:17 p.m. - 2007-11-09
Plat�n y el Amor
El amor f�sico es un instinto natural, como el hambre y la sed; pero la permanencia del amor no es un instinto.
Andr� Maurois

En asuntos de amor los locos son los que tienen m�s experiencia. De amor no preguntes nunca a los cuerdos; los cuerdos aman cuerdamente, que es como no haber amado nunca.
Jacinto Benavente

Eros, el Amor, es el tema del di�logo El Simposio o m�s conocido como El Banquete, obra de este enorme fil�sofo que fue Plat�n. Plat�n nos sit�a en un t�pico banquete griego, con sus dos partes, primero la comida en com�n, y luego la bebida en com�n que era la excusa para que el anfitri�n ofreciera un entretenimiento de car�cter est�tico como el canto, la danza, la m�sica, o un di�logo de ideas, con sus discursos, reflexiones. En este caso se trataba de un banquete en que los invitados de Agat�n, poeta que hab�a triunfado en el �ltimo certamen literario, pronunciaran un elogio del Amor.

Apenas aplacado el coro de admiraciones que hab�a suscitado el florido elogio de Agat�n, S�crates se excusa humildemente de pronunciar un discurso por no ser capaz de competir con los dem�s. Dice: "Yo cre�a tontamente que es menester decir la verdad acerca de lo que se elogia, pero por lo visto no es as�, y lo que os ha importado es acumular alabanzas hiperb�licas, atribuyendo al amor lo m�s grande y bello que se pueda encontrar, sin preocuparse de si es verdad".

Con su di�logo S�crates hace reconocer a Agat�n que sus palabras eran bastante huecas pues escond�an contradicciones dentro de su belleza y persuasi�n. Dec�a Agat�n que el amor era bello, bueno y que anhelaba, deseaba, tend�a a lo bello, pero todo deseo representa anhelo de algo, que es algo que no se tiene, y que se apetece tener, o si lo tenemos quiz� no sabemos si ma�ana estar� con nosotros y lo deseamos tener siempre. Por tanto, si Eros aspira a lo bello no puede ser �l mismo bello, sino necesitado de belleza. Y por tanto no es un Dios, pues no es posible un dios sin belleza.

Esta refutaci�n puede parecer cortante pero S�crates la hace con humildad, y confiesa que a �l le ocurri� lo mismo, que �l cre�a que el amor era bello y bueno, y fue Di�tima, una sacerdotisa, la que respondi� a sus inquietudes:

Si el amor no es bello ni bueno, �ser� feo y malo? Ciertamente no, el no ser bello ni bueno no implica necesariamente el ser feo y malo, como el no ser sabio no implica necesariamente ser ignorante. Entre belleza y fealdad -bondad y maldad-, como entre sabidur�a e ignorancia, hay t�rminos medios, y �ste es el caso del amor. Por ello, no tiene que consider�rsele, como hace la opini�n com�n, como un gran dios ya que no puede neg�rsele a los dioses la belleza y la bondad. No es un dios, ni un mortal, es un gran daimon, un intermediario entre dioses y mortales. La idea es sencilla, el amor es el camino, el nexo de uni�n con aquello que llamamos perfecto, divino, hermoso, sirve de enlace y comunicaci�n llenando el vac�o que existe entre lo visible y lo invisible. Por amor somos capaces de hacer y vivir aquello que el cuerpo biol�gico no puede concebir, es lo heroico, por ejemplo por amor uno deja su tranquilidad y comodidad y entrega su vida al servicio de los dem�s, sea curando a enfermos, ense�ando a ni�os. La actitud de servicio puede empezar por barrer un suelo, o saber escuchar, o resolver un problema ecol�gico, social, o poner un poco de belleza f�sica, de cortes�a, son dictados de la conciencia, del coraz�n que no vienen del materialismo ego�sta sino del Amor.

En seguida pasa Di�tima a describir un mito sobre el Amor. Cuando naci� Afrodita, los dioses celebraron un banquete y, entre otros estaba tambi�n el Dios Poros, el hijo de la Inventiva, que significa el que tiene recursos, abundancia. Vino a mendigar a la sala del fest�n Penia, la pobreza, la indigencia. Poros, embriagado de n�ctar, el licor de los inmortales, sali� del jard�n a disipar con el sue�o los efluvios. Tendido estaba cuando lo divis� Penia, y pens� que lo mejor era aprovechar la oportunidad que se le ofrec�a y procurarse un hijo de Poros: Eros. Engendrado en ese d�a del natalicio de Afrodita, el Amor est� siempre en el cortejo de la diosa. Y por ser Afrodita supremamente bella, corresponde al Amor el ser amante de lo bello.

De su madre tiene, en primer lugar, el andar siempre en apuros, y por su apariencia no es, contra lo que piensa la mayor�a, nada delicado y bello, por el contrario anda siempre fam�lico, descalzo; eterno durmiente al raso sin otra cama que el suelo, los caminos o los umbrales de las puertas. No lo encontraremos ni en los palacios, ni en los bancos, ni en las cajas fuertes, no necesita de dinero, es humilde. De su padre, en cambio, tiene el andar siempre al acecho de lo bello y de lo bueno que no posee, y ser valiente, perseverante y arrojado, apasionado de la inteligencia, fecundo en recursos, incomparable hechicero. �Qui�n no reconoce en estas cualidades la fuerza que el amor despierta en nosotros?

Adem�s el amor anhela poseer un bien con la intenci�n de que dure siempre. El amor se convierte en apetito de inmortalidad, y �c�mo lo consigue? La respuesta no tiene grandes pretensiones moralizantes o metaf�sicas, sino que arranca por entero del proceso natural del amor f�sico. La naturaleza logra la perpetuaci�n con la procreaci�n, con los hijos. La procreaci�n es el �nico camino de la naturaleza para perpetuarse, las rosas no son eternas, pero cada primavera tenemos su perfume, limpio, joven. Plat�n sienta esta misma ley para la naturaleza espiritual: el anhelo de generaci�n no se limita al cuerpo, sino que tiene su analog�a en el alma. Y adem�s la fecundidad del alma es muy superior a la del cuerpo, y se manifiesta, sobre todo, en obras de pensamiento, arte, poes�a e inventos de toda especie. Las personas dotadas de esta fecundidad seg�n el alma se prendan de lo bello - es el amor de un artista por su creaci�n o de un maestro por su disc�pulo- y por amor uno se esfuerza en conducir a persona, a piedra, o a idea hacia su m�xima perfecci�n, desarrollando todas sus posibilidades latentes, es la idea del amor como una paideia o actividad formativa.

Desde este momento la conversaci�n toma vuelo, y empiezan a sonar las palabras de alta tensi�n: "misterio", "iniciaci�n"�. Hay una v�a a seguir para llegar a la contemplaci�n de lo bello en s�. Pero se requiere una iniciaci�n, un ascenso a trav�s de etapas dial�cticas: Primero nace el amor a la belleza corporal, es una educaci�n est�tica, se ama un cuerpo y m�s all� se ve que lo bello no est� circunscrito a un solo cuerpo, es ver que la belleza de un cuerpo es hermana gemela de la del otro, y no solo los seres humanos, mujeres y hombres son bellos, hay belleza en todo, en la naturaleza: animales, monta�as y nubes.

Llega en segundo lugar el amor a la belleza de las almas, a la belleza moral, a la conducta, y es una belleza mucho m�s preciosa. As� uno prefiere un alma bella a un cuerpo bello, un buen car�cter a unos ojos verdes, un coraz�n sabio a unas largas piernas: Existe una belleza interior y tiene m�s alta estima que la f�sica. A partir de ahora es ya capaz de reconocer lo bello en todas las actividades y leyes, y se desarrolla el amor al conocimiento, amar las proyecciones del esp�ritu, las ciencias, las artes y llegar a lo supremo: el amor a lo bello, que se ofrece de s�bito cuando se ha recorrido el camino anterior. De repente se ver�, como un rel�mpago, una Belleza de naturaleza maravillosa. La iniciaci�n ha sido lenta y gradual, y la revelaci�n, en cambio instant�nea. Plat�n s�lo dice: "Belleza que existe eternamente, y ni nace ni muere, ni mengua ni crece; belleza que no es bella por un aspecto y fea por otro, ni ahora bella y despu�s no, ni tampoco bella aqu� y fea en otro lugar, ni bella para �stos, y fea para aquellos. Ni podr� tampoco representarse esta belleza como se representa, por ejemplo, un rostro o unas manos, u otra cosa alguna perteneciente al cuerpo, ni como un discurso o como una ciencia, sino que existe eternamente por s� misma y consigo misma. Dijo la sacerdotisa, que este es el momento de la vida, que m�s que otro alguno debe vivir el hombre: la contemplaci�n de la belleza en s�". Y lo que ya no es posible, pues pertenece al orden del �xtasis m�stico, es describirla, es �xtasis pues uno trasciende, es salir fuera de nuestra peque�ez, y entregarse al mar inmenso de lo bello.

La filosof�a es el camino de retorno, hacia la reconquista de nuestra naturaleza: una vida arm�nica y el amor a la sabidur�a conducen al triunfo de lo mejor que hay en nosotros. La filosof�a es una locura divina, es amor a la sabidur�a. El fil�sofo est� pose�do por un dios, en estado de perpetuo entusiasmo buscando lo bello que es lo bueno y es lo justo, y por esto el fil�sofo desprecia todo aquello que los dem�s se aplican con tanto celo, sea dinero, fama o poder. Y por la misma raz�n lo tienen �stos por loco, porque a la mayor�a les pasa inadvertida la posesi�n divina, este amor por todos, por todo, por la vida. El conocimiento no es en Plat�n fr�o juego racionalista de conceptos. La metaf�sica de Plat�n es una metaf�sica del Eros.

El eros como el alma y como el fil�sofo pertenecen a ese linaje de seres medianeros entre el mundo de las Ideas y el de las cosas materiales, y cuya misi�n consiste en poner en comunicaci�n ambos mundos. Por amor plat�nico se entiende hasta hoy el amor espiritual, el amor que nos trasciende, amor imposible dicen, pero no, es el amor que hace posible los imposibles, que nos hace sentir hermanos, por encima de diferencias.

�Por qu�? Esa es la pregunta del fil�sofo. �Por qu� Plat�n insiste en que hay que aprender a amar? Hace falta aprender a AMAR porque en nuestro mundo falta mucho Amor, y hace falta volver a tender la mano y ofrecer algo para comer, para sobrevivir, y adem�s un Sue�o, un Ideal. Hace falta un Amor que nos haga vencer el miedo a dar, dar generosamente lo mejor que tenemos, dar una caricia, dar una sonrisa, dar dinero que casi es lo m�s sencillo, atenci�n, tiempo, fe, confianza, lo que sea� pero DAR. Necesitamos el amor que nos limpie del barro del materialismo, ese que nos habla de recibir, de ser amados, hay que descontaminarse, y al dar y vaciarnos entrar� de nuevo no solo el canto de los p�jaros y de los r�os, sino las voces de los que sufren, y amarlos, y con ellos Amar la Historia, no la de los enfrentamientos sino la de las uniones, �ya basta de guerras!. Hace falta el amor que deja a los dem�s vivir en libertad. Hay guerras, porque nos hemos olvidado de AMAR con may�sculas, AMAR las esperanzas, las nuestras y las de los dem�s: los versos que nunca hemos escrito pero escribiremos, los besos que no hemos dado pero daremos, las oraciones que no hemos podido pronunciar pero que volveremos a poner la rodilla en tierra y los ojos en las estrellas, y nacer� el sentido sagrado de la vida. El amor que nos hace sentir, y encontrar de nuevo a Dios.

Fuente: �Qu� nos ense�a Plat�n del amor?

 

 

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