Get your own
 diary at DiaryLand.com! contact me older entries

2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014

9:50 p.m. - 2007-11-06
Acontecemos contra toda esperanza
A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el punto que hay que alcanzar.
Franz Kafka

Bueno, la entrada de ayer ciertamente qued� incompleta. Sigo hablando sobre el amor. Aunque antes de todo quiero aclarar algunos puntos que parecer�n clich�s pero considero medulares. No creo que todas las buenas relaciones interpersonales irremediablemente se transformen en una relaci�n amorosa. Podemos llevarnos bien con una persona que nos guste, pero no necesariamente tiene que haber algo m�s que amistad. Hay amor en la amistad de por s�. Cuando hablo de otro nivel, como lo es el de una relaci�n de pareja, aflora un elemento trascendental: la atracci�n que conlleva una pasi�n m�s grande.

Dos puntos m�s. �Por cual comienzo? El di�logo es la avenida que conduce a la plaza mayor de la paz. Cerrarse al di�logo equivale a renunciar a la paz verdadera, que no consiste en la victoria, sino en el acuerdo provisional. Es verdad que todo lo que escribo hoy nace en un contexto determinado, yo no pensaba exactamente de esta manera hace cinco a�os, pero hay que tener en cuenta el fin que queremos alcanzar, de lo contrario todos los esfuerzos ser�an como agua que corre y se desperdicia.

No puedo pues olvidar el amor fr�gil y joven con el que so�aba cuando yo ten�a 14 a�os. Como dice Antoine de Saint-Exupery: Al primer amor se le quiere m�s, a los otros se les quiere mejor. Vamos acumulando conocimiento para actuar de una mejor manera. O es lo que deber�amos hacer. Incluso se aplica con la misma pareja, el amor se va nutriendo, crece, y lo ideal ser�a contenerlo. Un esfuerzo total es una victoria completa, dijo un pensador y hacedor antes. Porque no s�lo debemos contemplar, es debido hacer. Por eso el amor que conoc� a los 14 a�os ha madurado, gracias raspones y a mimos se conserva sano.

Una buena salud no es puramente individual. Si creemos que con hacer ejercicio, comer bien, vivir despreocupadamente podemos manternos sanos estamos equivocados. Si vivimos en una sociedad enferma, estamos propensos a caer en el mismo malestar. Como seres sociales, necesitamos recibir afecto, pero si el que pretende darlo est� malsano, el alimento contagiar� malestares. Adem�s para recibir hay que haber dado antes. Pongamos nombres a estas enfermedades: la ignorancia, el miedo, la injusticia. Podemos aprender de la historia de la humanidad, donde ya han habitado otros enfermos, otros imb�ciles, otros humanos. La enfermedad hace agradable la salud; el hambre la saciedad; la fatiga el reposo, dijo el fil�sofo griego Her�clito de Efeso. Hay pues remedio, soluci�n a cada pregunta, a cada enfermedad. Y no podemos aislarnos, convertirnos en ermita�os. En algunos pa�ses de "primer mundo" como Francia o Estados Unidos de Am�rica, este manera de vivir se ha vuelto corriente, no por esto tambi�n son pa�ses con los �ndices m�s altos de consumo en medicamentos psiqui�tricos.

Todo est� perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de mofa.
Dem�crito de Abdera

Acontecemos contra toda esperanza. Y en el rastro que he dejado en estas entradas, deber�a ya ser perceptible a qui�n quiero. Finalmente, quiero citar lo que busca el amor plat�nico, que no he detallado aqu� antes y del cual pienso hablar ma�ana:

�Por qu� hab�amos de renunciar a los amores m�s ideales, si pod�amos vivir en ellos del mismo modo que se vive un sue�o? Es que la ilusi�n es como la ambros�a: mantiene siempre encendido el deseo y la esperanza y ennoblece la vida. Si podemos idealizar la realidad en que vivimos, si cada uno puede tener para s� el m�s sublime y perfecto amor, �por qu� �bamos a renunciar? Esa es la esencia del amor plat�nico: la disposici�n a idealizar al ser amado como encarnaci�n del amor. Es la ilusi�n de tener cada Quijote su Dulcinea, y cada Dulcinea su Quijote. Pero con el prodigio a�adido de que el amor no queda tan s�lo en contemplaci�n, sino que obra buena parte de los milagros que se forja. Cuando una Aldonza Lorenzo cualquiera sabe que es tenida por Dulcinea, se metamorfosea en Dulcinea. Y cuando un Alonso Quijano cualquiera se sabe visto como Quijote, es muy capaz de convertirse en tal. He ah� el embeleso, la virtud de infundir belleza. "Cuando t� me mirabas, su gracia en m� tus ojos imprim�an" y "ya bien puedes mirarme despu�s que me miraste, que gracia y hermosura en m� dejaste". Sin Plat�n no hubi�semos llegado hasta aqu�. 1

 

 

previous - next

about me - read my profile! read other Diar
yLand diaries! recommend my diary to a friend! Get
 your own fun + free diary at DiaryLand.com!