6:26 p.m. - 2007-03-28
Cerraduras cautivas
Tan consumida y rumiada, arcaica pero a su vez ligera. Como un asma que devasta al coraz�n sin haber corrido, siento la voluntad desfallecer, las ventanas y puertas caer, de pronto ya nada es habitable y el antifaz que las praderas conf�an al feliz cortejo no alcanza si quiera a cultivar el viento que trae hojas.
El cortejo entre j�venes se vuelve f�nebre, opacado por la tradici�n des�rtica de quien mira el suelo mientras camina. �Por qu� las l�neas se olvidan cuando el actor debe representar la obra? �Por qu� raz�n cruel la amabilidad despierta las mariposas que s�lo terminan sepultando nardos?
Tan r�pido como el cubo de mi alma es llenado, la descompostura que yace en su fondo desperdicia preguntas que incluso las solicitudes de pr�stamo bancario se sonrojan al saber cuando es ella la portadora. Datos biogr�ficos, viajes y gustos o una pl�tica banal de noticia de �ltimo momento, escondiendo detr�s la intenci�n por conocerte, por conocerla. All� va, a un para�so Pablo, del cual perdiste rastro. �C�mo encontrar� tal puerta?
