10:27 p.m. - 2003-07-15
Dial�ctica
DIAL�CTICA
De dia-legein (di�-l�guein) hablar uno con otro, proceden el di�logo (dialogoV (dialog�s)) y la dial�ctica (dialektikh (dialektik�)). A la conversaci�n (con-versare =versar juntos sobre algo) prefer�an llamarla los griegos omilia (homil�a). Si se recurre a la distinci�n entre di�logo y dial�ctica es porque se trata de cosas netamente diferenciadas, sobre todo para un pueblo como el griego, que rend�a un fervoroso culto a la raz�n y a todas las formas de ejercitarla. Elevaron, en efecto, la discusi�n a la categor�a de arte, de ciencia, de disciplina.
Por empezar pusieron el di�logo al servicio de la dial�ctica; o quiz� m�s bien ejercitando aqu�l, se encontraron con �sta y la pusieron, c�mo no, al servicio de la filosof�a. Los peripat�ticos, en efecto, eran m�s aficionados al di�logo que al discurso, y prefer�an llegar a la verdad contando con la participaci�n del disc�pulo, que directamente. Es lo que se llam� m�todo socr�tico: un aut�ntico m�todo, un camino para llevar a trav�s de �l al disc�pulo al conocimiento. Y fue precisamente eso, el empleo del di�logo como brillante m�todo de trabajo, lo que indujo su progresivo perfeccionamiento, hasta convertirlo en un arte. Pero ese arte recibi� un nombre diferenciado: dial�ctica, y pas� a ser una parte esencial de una ciencia que estructur� como tal Arist�teles: la l�gica, que fija las leyes del razonamiento (logoV (l�gos) es raz�n y es palabra). Y de ah� se pas� a otro concepto filos�fico muy importante: el de lo probable, del que deriv� la probabilidad, tan desfigurada y vilipendiada desde que pas� a formar parte del l�xico ordinario. Es precisamente la dial�ctica la que determina esa cualidad de las ideas: la de probables. Si una idea sometida a la confrontaci�n dial�ctica ha conseguido ser probada, se dice de ella que es probable, no que sea verdad, porque la victoria dial�ctica no concede el trofeo de la verdad, sino el de la probabilidad filos�fica (l�gica, dial�ctica) que en nada se parece a la probabilidad matem�tica.
Transcribo un texto de San Agust�n sobre la dial�ctica: ��C�mo hab�a de pasar la raz�n a fabricar otras cosas sin antes conocer, notar y ordenar sus propias reglas y preceptos, que son como una especie de instrumentos, sin dar a luz esa disciplina que se llama dial�ctica? �sta ense�a a aprender, en ella la raz�n se muestra a s� misma qui�n es, qu� quiere y qu� es lo que puede: sabe saber, y no s�lo quiere hacernos conocedores de las cosas, sino que adem�s tiene poder para conseguirlo.� (De �rdine, lib II, 13). Para San Agust�n, en efecto, la dial�ctica no es s�lo la disciplina que nos ense�a a discutir, sino la que nos ense�a a razonar, porque no es m�s que una herramienta, acaso la m�s potente, para el razonamiento; porque son dos sistemas de razones por lo com�n contrapuestas los que llevan a �stas a la categor�a de la probabilidad.
Por eso para los aristot�licos la dial�ctica es el arte de probar, ya sea con argumentos probables, ya con razones apod�cticas o demostraciones. Un arte cuyas reglas y leyes compilaron cuidadosamente. Pero ha ocurrido que nos apeteci� el fruto de este �rbol, la probabilidad, y hemos desde�ado el �rbol, la dial�ctica, porque nos apeteci� m�s tundir al contrincante, es decir discutir.
http://www.elalmanaque.com/marnal/lex54.htm
